“Sobrevivimos, apenas salimos triunfantes. No sabíamos que vendrían cosas peores”
Cyclops, Días del Futuro Pasado.

El debatible éxito que tuvo la supuesta consulta nacional sobre el lugar para la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), trajo consigo un nuevo espectáculo dirigido por el gobierno de López Obrador que bien podríamos titular “todo a consulta” y que ahora prepara el segundo acto donde entre otros puntos se pondrá a votación nacional la construcción del tren maya, la refinería de Dos Bocas, Tabasco y el proyecto de reforestación de bosques con árboles frutales y maderables. Megaproyectos que han sido duramente criticados por especialistas, investigadores, pero sobre todo por las comunidades afectadas.

Lo primero que deben tener en cuenta todas las personas que movidas por el motivo que sea, van a participar en esta consulta nacional, es que no son vinculantes. Es decir que cualquiera de estos proyectos debe de cumplir con la ley, independientemente de lo que diga “la mayoría”.

Ese, por cierto, es otro tema a discutir,: la democracia electoral y su representatividad. Hoy no lo haremos, será en otro momento.

Seguimos: estos tres proyectos (Tren Maya, Dos Bocas, reforestación) deben de cumplir con una serie de normas y leyes antes de pensar siquiera en mover un solo peso del presupuesto o de destruir ecosistemas en nombre del progreso neoliberal. Desde la presentación del proyecto, su Manifestación de Impacto Ambiental, procesos claros de licitación, cumplimiento de leyes de protección ecológica a nivel municipio, estado y federación, así como algunos tratados internacionales que México ha firmado, específicamente el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo que es precisamente una consulta, pero no como las organizadas por López Obrador y su gente, sino una consulta a los pueblos y/o comunidades que se verán afectadas por estos proyectos (véase infografía con información al respecto).

Dejar esto de fuera y pretender que “la nación decida” es iniciar un proceso muy peligroso contra la autonomía de los Estados, de los municipios, pero mucho más peligroso contra la autonomía y autodeterminación de los pueblos y las comunidades. Esto al parecer al nuevo gobierno no le importa mucho. La consulta sobre el NAICM es clara en eso. Fue amañada y no se decidía sobre si fuera Texcoco, sino se decidía el nuevo destino, sin tener en cuenta lo que las comunidades pensaban al respecto y cerrando la posibilidad de otras alternativas.

Ahora veamos proyecto por proyecto y sus posibles impactos. Dejando fuera que sea cual sea el resultado de la consulta estos megaproyectos ya están en proceso de llevarse a cabo, por lo que como lo dijo el señor López Obrador, la consulta solo es para reafirmar que él no se equivoca.

Tren maya. Un proyecto que costará entre seis mil y ocho mil millones de dólares y que curiosamentebusca detonar aún más el desarrollo turístico de sol y playa de la región de Cancún, Tulum, Calakmul, Palenque y Chichen Itzá, región que dicho sea de paso se encuentra en riesgo por el alto grado de turismo devastador que ya tiene. Ahí, las comunidades que buscan vivir de otra forma que no sea la impuesta por las grandes empresas turísticas viven en una constante lucha y resistencia por mantener su forma de vida y sus territorios. Este proyecto pone en riesgo cientos de miles de hectáreas de selvas con lo que se perderían cientos de especies de fauna y flora, también se pone en riesgo la forma de vida de muchas comunidades que dependen directamente de este ecosistema.

No está de más mencionar, aunque no es tan importante (al menos para mí), que parte del dinero que se usará para la construcción del tren maya saldrá del presupuesto de la Secretaria de Turismo para la región, es decir, se corre el riesgo de que no se tenga el dinero suficiente para la promoción turística en la zona. Lo importante aquí es que las comunidades ya dijeron NO al tren maya y su voz es la que debería de valer. No existe ningún argumento válido para que este tema se decida a nivel nacional. El verdadero desarrollo pasa por las necesidades de las poblaciones, por las comunidades y no por todos los habitantes de un país.

Por donde sea vea no existe un mínimo de justicia en esta consulta nacional, al contrario, se intenta imponer el voto de una supuesta mayoría, que tampoco es el caso, pues es un proyecto que se piensa llevar a cabo sea cual sea el resultado.

Refinería Dos Bocas. Aquí muchas podrán argumentar que la consulta vale, pues una refinería es un proyecto que compete a todo el país. Incluso algunos dirán que las zonas de sacrificio que dejan a su paso este tipo de proyectos son daños colaterales del progreso y el desarrollo. Para los liberales y aún para los neoliberales la naturaleza es sujeta de secuestro cada que lo necesitan, bajo el discurso de que al minimizar los impactos todo está permitido. Incluso la destrucción de manglares, los cuales están protegidos por tratados internacionales y leyes mexicanas que así lo dictan. Tampoco importa los acuerdos firmados por México en materia de transición energética donde se debe priorizar las energías renovables.

Acá tampoco entraremos a discutir la matriz energética y lo insustentable que es. Tampoco el cenit del petróleo, con lo que estamos entrando a los últimos años de bonanza de hidrocarburos. De nuevo la consulta sobre este proyecto es un sinsentido si tomamos en cuenta que ya están preparando el terreno. El resultado no cambiará para bien la degradación y los impactos ecológicos que ya están presentes en la zona. Lo que sí es que aumentará un daño irreversible en uno de los Estados más impactados por un modelo extractivo, generando más zonas de sacrificio. Estamos ante un colapso civilizatorio producido principalmente por nuestra adicción a los hidrocarburos. Mantenerlo es suicida. Tal parece que la IV Transformación sufre del Síndrome del Titanic. Ven al iceberg, pero no piensan hacer nada para evitarlo.

Sembrando vida, proyecto de reforestación. Este megaproyecto que de cierta manera es el único que tiene una verdadera proyección nacional, se presenta como la solución a muchos de los problemas del campo, donde se habla que generará cuatro mil empleos directos.

¿De qué se trata? Pues de sembrar árboles frutales y maderables, estos últimos de ciclo corto con el propósito de reforestar zonas afectadas por la deforestación. En teoría suena bien. Estupendo diría cualquier persona a la que se le preguntara sobre este proyecto. Pero ¿Cuáles son los riesgos?

El primero es que convertir los bosques en zonas de monocultivos forestales no es una política adecuada para “sembrar vida”, al contrario convierte a los bosques literalmente en desiertos verdes que sólo tienen la función de producir materia prima con valor económico y donde los verdaderos servicios ambientales que cumplen dentro de un ecosistema son nulificados por el servicio económico que van a prestar. De nuevo, es un proyecto que se piensa desde el capital y no desde las comunidades y sus necesidades.

El riesgo de este proyecto es similar a los propuestos en mecanismos de los mercados de carbono como el REDD y el REDD plus, es decir que se conviertan en generador de ganancias para las multinacionales, dejando un impacto directo en los ecosistemas y las comunidades.

La propuesta de poner a consulta nacional proyectos que ponen en riesgo territorios específicos y con ellos la forma de vida de muchas comunidades (hablamos de miles de personas) no solo es irresponsable, sino que genera una injusticia social que se disfraza de democracia.

Por: Jorge Tadeo Vargas, director de LIDECS

@primaindie