Llegamos a la plancha del Zócalo al medio día del 15 de Septiembre del año 2006. Se estaban levantando por esas horas las carpas de lo que fue el plantón de Reforma y al día siguiente se llevaría a cabo la Convención Nacional Democrática. Esa noche, la Fiesta Cívica del Grito fue con toda la carga emocional de una ciudadanía defraudada, desorientada. No se sabía lo que seguía, pero se tenía un mínimo rumbo: la Resistencia Civil.

Lo que atestiguamos al día siguiente fue abrumador. Miles y miles de personas en la plancha, de muy distintas regiones del país, con un sinfín de demandas, de reclamos, personas desplazadas, contaminadas, algunos con los papeles en las manos, actas de propiedad, documentos que probaban alguna injusticia cometida contra su familia o patrimonio. Decenas de miles de rostros curtidos, hombres quemados por el sol, mujeres con la angustia de quien no sabe que le depare el futuro. Había una candidatura que deparaba esperanza. Esa esperanza se desvanecía.

La Convención aglutinó a millón de Delegados, según el registro, pero en las calles un sinnúmero de reclamos se quedaron sin enlistar. Por nuestra parte, con el objetivo de trasmitir vía radio todo lo que ocurría, nos instalamos muy cerca del templete. Cuando llegaron los líderes aquello fue un caos tal que de no haber sido por la entereza de Santiago, genial técnico y mejor persona, una manada de reporteros nos hubiese tirado todo el montaje. También llovió. Y luego se aprobó que hubiera un presidente legítimo y que la resistencia sería continua.

Ya de regreso, unos días después mi casera me pidió amablemente que quitara el poster del candidato que tenía yo en la puerta. Según ella, el peligro para México era cosa del pasado.


El 2012 nos sorprendió en ajustes existenciales. El medio ciudadano en que colaboré por años se había extinguido. Con cierta orfandad, veíamos las posibilidades y hacíamos el recuento. La televisión había posicionado a Peña muy pronto como el candidato a vencer, a pesar de sus manifiestas limitaciones. “En un debate, AMLO lo va a liquidar”, había dicho Carlos Fuentes. Dicen que le faltó tiempo para alcanzarlo después del #YoSoy132.

En esas, un grupo de amigos y yo nos organizamos para aportar algo a la causa del “proyecto alternativo de nación” desde una postura apartidista. Mandamos hacer algunos posters, volantes y camisetas, no nos alcazaba para más. Mandé el diseño a una imprenta y cuando fui a pagar 500 volantes, el dueño externó su simpatía con nuestra idea. “Es que ya no quiero que ganen los mismos”, dijo, y nos regaló como 2000 volantes más. De pronto sentimos que no tendríamos tiempo de repartirlos todos. Éramos sólo 4. Y a veces 3.

Nos íbamos a las colonias en la noche, después del trabajo. Así conocí colonias de Hermosillo que nunca había pisado. Con la degradación del tejido social que hoy padecemos, en estos días sería imposible volantear de noche por ahí.

Hace 6 años todavía era común en los hogares ver la tele prendida a las 9 de la noche, y a la gente viendo el noticiero de López Dóriga o el Hechos de Tv Azteca. Nuestros volantes y la breve charla competían con el bombardeo sesgado de la televisión. Hubo pocos momentos de tensión, en general la gente se mostraba amable. Incluso uno que otro “ese es mi gallo”. De noche las calles son otras, la ciudad es otra. La gente es otra. ¿Conocerán los candidatos, los políticos las colonias periféricas de noche? ¿Las habrán caminado alguna vez? La pobreza, la basura acumulada, la falta de agua potable, de drenaje, de esperanza.

Como quería ayudar a que no se repitiera el fraude del 2006, me entrené como representante de partido para cuidar el voto en las casillas. Iba bajo las siglas del Movimiento Ciudadano. Los reclutadores nos instaban también a promover el voto por ese partido, que iba en coalición con el PRD y el PT con la candidatura de López Obrador. La intención era que tuviera caudal suficiente para garantizar el registro y plurinominales, igual que el PT. Como sabemos, hn sido otros los que capitalizan para sí el jalón de AMLO en las dos elecciones federales más recientes: chuchos, dantes, anayas. Quién iba a decir que 6 años después MC estaría apoyando a los candidatos del PAN.

El día de la elección llegué tempranito e hice todo lo que me indicaron: pedí firmar todas las actas, las revisé una por una. En esa casilla de la colonia el Mariachi, como en muchas, se dieron muchas irregularidades. No sólo el clásico acarreo con pago incluido, también hubo grupos de señoras que amedrentaban a los vecinos, carros con vidrios polarizados apostados en las afueras, gritos, pleitos, corretizas. La presidenta de la casilla por momentos no se daba abasto.

¿Hubo compra de votos en esa casilla? Sin duda, se dio en la esquina y a la vista de todos. ¿Operó el carrusel? No lo puedo asegurar, pero me quedé con la cochina duda. El carrusel es cuando un votante deposita una papeleta apócrifa y se lleva la auténtica entre sus ropas. En un sitio cercano, en secreto, le da dinero a otra persona para que vaya y deposite ese voto ya marcado y también se traiga la boleta que le dan en la mesa. De esa forma sólo una papeleta quedará impugnada y todos los demás serán válidas.

Al término de la jornada, y en el recuento de votos, el secretario de casilla estaba muy molesto conmigo porque terminamos casi una hora después que en otras casillas, sólo porque yo quise revisar uno a uno los votos buscando mi firma. Pues bien, yo firmé todas las boletas, y resulta que al final una de ellas no la tenía. ¿Se me pasó una, en el apuro? Es posible. ¿Hubo fraude? Es posible. ¿Lo pueden hacer en todas las casillas? Sí. No necesitan tantos votos en carrusel por cada casilla para hacer una diferencia. Y eso sin mencionar todas las demás modalidades del fraude.


Hoy en 2018, Dante sigue siendo el mandamás de MC, y Anaya del PT.

Los Chuchos están al borde del colapso.

Carlos Fuentes murió, sin ver la debacle peñanietista.

El águila juarista que fue el distintivo abrochado en mi camisola aquella jornada se ha estilizado tanto que ahora parece logo de superhéroe de comic.

Televisa ha perdido audiencia y millones en la bolsa, y sigue un proceso de ajustes para enfrentar a los nuevos actores.

López Dóriga fue el primero de esos ajustes.

El genial Santiago es un feliz padre y esposo en algún lugar de EUA. La más reciente vez que lo vi me presumió su auto con un motor que trabaja con aceite residual de las cocinas de comida rápida. Por supuesto, él lo construyó.

En 2018,  el pueblo que vimos en la plancha del Zócalo en aquel septiembre el 2006 está aún más agraviado, más desplazado, contaminado, secuestrado, asesinado. Siendo honesto, no sé en qué paró la Convención Nacional Democrática, pero quiero pensar que mucho de aquello se recogió en Morena.

Y Andrés Manuel López Obrador, a 20 días de las elecciones, lleva una delantera de entre 20 y 30 puntos en la carrera presidencial.

Por Ismael Cipriano.