Ese será, sin duda, el mayor reto que enfrentará el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador y solo después podrá hacer un combate efectivo a la corrupción y, por ende, acabar con la impunidad. No resultará nada sencillo, pero si quiere realmente pasar a la historia como un buen presidente tendrá que poner todo su empeño para conciliar intereses y darle rumbo a este hermoso y rico país.

Se requiere también que sus adversarios políticos, tanto los que participaron en la contienda electoral como aquellos que decidieron hacerse a un lado, puedan llevar a cabo una profunda reflexión y vean los puntos de confluencia para no regatearle al candidato electo todo ese apoyo popular que obtuvo en esta histórica jornada electoral.

Cómo lograr, por ejemplo, que pueda darse reversa a la “Reforma Educativa” y hacer partícipes de la nueva propuesta a esos actores que enfrentaron al movimiento magisterial con tanta rudeza. Para empezar, se debe reintegrar a los profesores cesados con todos sus derechos laborales a salvo, antes de iniciar el proceso de reconstrucción del tejido educativo. Que efectivamente se deje de ver al profesor como el culpable y se le convoque a que sea parte de la construcción del nuevo modelo educativo.

Cómo lograr que se haga Justicia a los deudos de la tragedia en la guardería ABC, donde paguen sus faltas quienes se vieron involucrados por acción o por omisión, sin que se resquebraje la buena intención de aportar todos juntos a la solución de la problemática social.

Más difícil será el lograr combatir la desigualdad social, lo cual conllevaría el compromiso de los empresarios mexicanos de ofrecer mejores salarios a sus trabajadores y que no les escamoteen el reparto de utilidades a que tienen derecho cada año. Que se respete el derecho de asociación sindical y que dejen de proliferar los sindicatos blancos que abundan en muchas empresas. Si bien es cierto que los programas de ayuda que se han establecido, como el apoyo económico a los adultos mayores, son actos de gobierno que le hacen justicia a los beneficiados, no logran, por sí solos, un combate efectivo a la desigualdad social. Como lo dijo Andrés Manuel, el Pueblo mexicano es muy trabajador y, digo yo, no requiere de programas asistencialistas, sino de ofertas de trabajo que sean bien remuneradas

Ahora, si se piensa en modificar la actual política de seguridad interior, se debe pensar muy seriamente en la legalización de algunos tipos de droga, tal y como lo están haciendo nuestros vecinos del norte, específicamente en el caso de la mariguana. La legalización podría hacer realidad la frase del candidato de “becarios no sicarios”. Esto es, al convertir en legal el negocio no habría necesidad de que nuestros jóvenes arriesgaran sus vidas y si, en cambio, podría abrírseles una esperanza de superación si el hoy presidente electo abre las puertas de las universidades públicas a todos los miles de rechazados que se presentan cada año. Claro está, se requiere de un gran liderazgo presidencial para fomentar un debate profundo sobre ese tema y que sea el Pueblo el que decida, en un proceso electoral, si es factible dar ese gran paso.

Parece hasta un contrasentido, pero si se establece un verdadero sistema de justicia podrían desaparecer las actuales Comisiones de Derechos Humanos, que solo han servido, en la mayoría de los casos, como tapaderas de las corruptelas tanto locales como federales.

Una verdadera Reconciliación Nacional nos haría iguales a Todos a pesar de nuestras diferencias. Sería transitar del uso abusivo de los medios de comunicación para imponer visiones políticas a un uso utilitario de los mismos donde las diversas fuerzas políticas puedan expresar libremente sus puntos de vista sin que reciban denostaciones de las plumas al servicio del poder político en turno.

Pareciera un sueño, pero la Reconciliación Nacional, que podría ir acompañada de la Amnistía, podría cambiar radicalmente la forma de gobernar al país entero. De ser así, Todos deberíamos aportar nuestro granito de arena, sin renunciar jamás a dejar de ser críticos de lo que no nos parece incorrecto.

Bien que mal, este 1 de Julio, los mexicanos nos dimos la oportunidad de soñar, de Nosotros depende que ese sueño no se vuelva una pesadilla.

Por: Isabel Dorado Auz

auz3@correom.uson.mx