Cuando empezaba a perfilarse una “sólida” alianza entre el PAN y el PRD, empezaron a asomarse algunas grietas en el primero. Por si fuera poco, el PRI prácticamente resolvió postular a la presidencia a José Antonio Meade, personaje que muchos panistas no verían con malos ojos. Esto último ha generado tal desconcierto que ningún tipo de alianza puede descartarse para tratar de descarrilar el tren llamado López Obrador.

Desde mi punto de vista, la alianza PAN/PRD se daría sí y solo sí Ricardo Anaya logra imponerse, en cuyo caso tendría que ser el hoy dirigente nacional del PAN el que se perfilara como candidato presidencial de tal alianza, lo cual provocaría el rompimiento de Margarita Zavala y quizá, también, de Rafael Moreno Valle. Estos dos, incluso, podrían darle su apoyo, bajo la mesa, a José Antonio Meade.

Podría suceder también, que el PAN priorizando la unidad interna vaya solo a la contienda presidencial, lo cual representaría un seguro tercer lugar en la contienda electoral del próximo año. Se repetiría así, el escenario de 1988, cuando el Maquío Cloutier priorizó la estrategia de sembrar para el futuro, cosecha que obtendrían en el año 2000 con el triunfo electoral de Vicente Fox.

El PRD, podría verse forzado a apoyar al candidato del PRI, ya sea abiertamente para mandarle un claro mensaje al Peje, o bien de manera encubierta, tal y como lo hizo en la pasada elección del Estado de México. En cualquier escenario, al PRD solo le quedará cumplir con el papel de partido satélite del partido en el poder.

Otro tipo de alianza, que no debemos descartar, es la unión de todos los partidos que integraron el “Pacto por México”, en un acto de desesperación, si no logran disminuir las preferencias de López Obrador en los próximos tres meses. Se afianzaría así, el verdadero Pacto por la sobrevivencia política de los partidos en cuestión, ya que tratarían de evitar el triste papel que están jugando las fuerzas de oposición venezolanas, que han requerido todo el apoyo del exterior, incluyendo medios de comunicación, para tratar de contrarrestar el poder que aún conserva Maduro. Esto es, de ganar el Peje y cumple lo prometido, el PRIANRD tendría que cambiar el discurso o someterse a los intereses de las grandes trasnacionales tal y como ocurre, hoy en día, en Venezuela.

Otra alianza, que sería la que la Mayoría esperaríamos, pareciera que no llegará a concretarse previo a la elección del 2018. Esto es, crear una alianza que venga desde abajo y no solo reivindique los justos reclamos sociales, sino que también sea un ejemplo de verdadera democracia popular.

Una alianza verdadera, que no invente tómbolas para nombrar a sus candidatos y que no se someta a los dictados verticales de un líder carismático. Una alianza que permita la libre expresión de las ideas y que sea el caldo de cultivo para el surgimiento de los líderes políticos que el país necesita.

Surgirán, sin duda, algunas candidaturas independientes que pueden llegar a ser interesantes en el ámbito local, pero la candidatura que realmente importa en este momento es la candidatura presidencial. Por eso, el Peje se anda riendo solo y parece que su estrategia por fin le va a dar resultado. Aunque, honestamente no hay que esperar demasiado de esa posible transición, a menos que Andrés Manuel nos demuestre que será un verdadero Jefe de Estado.

Por Isabel Dorado Auz.

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