“El IPCC en sus reportes nos dice lo que es políticamente posible. No lo necesario.

El panorama es peor del que nos presentan.”

Carlos Gay, Conferencia sobre Cambio Climático, Fundación Boëll, 2008

 

Del tres al catorce de diciembre del 2018, en el marco de la 24va Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático se reúnen los países firmantes del Acuerdo de Paris (COP21, 2015) para finalmente buscar los mecanismos apropiados que permitan poner en marcha los acuerdos firmados en el 2015. Habrá que recordar que estos acuerdos no son vinculantes y que los países firmantes no están obligados a cumplir ninguno de ellos; en algunos países se pone en primer plano el desarrollismo extractivista antes de cumplir con la reducción de emisiones.

La COP24 que se lleva a cabo en Polonia, primer país que repite en ser sede de las llamadas COPs de cambio climático, presenta una serie de retos interesantes, especialmente porque estos retos de no cumplirse dejarán muy claro que no hay una verdadera voluntad política de alcanzar el 1.5 grados, umbral que hace mención el IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) en su último informe que además prácticamente deja a la mayoría de los acuerdos firmados en París caducos y con nula influencia ante el panorama actual. Hace ya tres años del Acuerdo de París y ahora se sentarán a buscar los mecanismos que pondrán en marcha en tres años más, es decir que estamos ante una situación de emergencia a la cual ningún país le da la importancia requerida.

Sin un cambio del modelo de producción-consumo de forma rápida y radical, tal como la situación lo exige, es un reto que está perdido desde el inicio. No valen todos los estudios que nos dicen que vivimos una época cercana al colapso civilizatorio si las soluciones que se proponen vienen desde la lógica capitalista, neo-extractivista. Sin embargo, mantener la pantomima de que se están buscando esas soluciones basadas en acuerdo no vinculantes permite que los mercados de carbono sigan funcionando a tope.

El segundo reto es la salida (ahora si definitiva) de los Estados Unidos del Acuerdo de París, que junto con la fuerza que va tomando la extrema derecha en el mundo y que niega categóricamente la existencia del cambio climático pueden frenar cualquier proyecto de adaptación principalmente si es contrario a los intereses de las corporaciones transnacionales. El discurso de Bolsanaro sobre la protección a las amazonas es muy significativo y deja claro que el lobby de las empresas sigue siendo uno de los ejes rectores para las negociaciones dentro de las COPs. Aquí el papel que pueden jugar los países del Sur Global ya afectados en muchas formas por la crisis climática debería de funcionar como contraparte. Lamentablemente terminan siendo cómplices de los países del Norte y las corporaciones.

El tercer reto, que es el más importante y en el que nos siguen quedando a deber desde hace veinticuatro años de reuniones. No es otro sino el escuchar las exigencias de las comunidades afectadas por el modelo de producción-consumo y la crisis climática. Exigencias que al menos desde la COP15 (Copenhague 2009) siguen estando en las calles, desde afuera, en las comunidades.

No es un reclamo por dejarlos fuera de las negociaciones, no es una plañidera que les pide soluciones, al contrario, son bastantes claras sus demandas: el fin del capitalismo, el cese del modelo de producción-consumo extractivo y privatizador y la puesta en marcha de los proyectos que desde las propias comunidades ya se están trabajando desde hace décadas. Desde proyectos de agricultura ecológica, familiar, económica solidaria, planes de basura cero, movilidad sustentables, decrecimiento, comunalidad, entre muchas otras acciones que no solo van encaminadas a otra forma de relacionarnos con el entorno ecológico inmediato, sino que cuestiona de forma activa a todo el modelo y el sistema de gobierno.

Todas estas acciones comunitarias se transforman tanto en medidas de adaptaciones (local) como en medidas de mitigación (global) a la crisis climática. Mejor aún, son claves para un verdadero cambio sistémico. Tal vez esa sea la razón por lo que las demandas de las comunidades que se manifiestan afuera de las reuniones oficiales no son escuchadas…bueno, excepto por aquellas que sirven para seguir legitimando un capitalismo verde. Propuestas que siempre van de la mano de ONG’s transnacionales que viven de los fondos de los gobiernos del Norte.

Que la COP24 se lleve a cabo de nuevo en Polonia, con los antecedentes de lo que paso en la COP19 donde las corporaciones tomaron el total control de todos los acuerdos y siendo la reunión donde los mercados de carbono y sus mecanismos se afianzaron como la FORMA de buscar medidas de mitigación (mentira: fue la FORMA de ganar más dinero con la crisis climática) es muy significativo.

Después de la fiebre de París, la cual parece que no se logra superar con un IPCC que nos dice que estamos ya en el punto de NO retorno y que no existe nada que nos lleve a detener el cambio climático, seguir hablando de la COP21 en este momento es seguir apostando por la pérdida de millones de vidas, de ecosistemas enteros, del aumento en la migración, de todo aquello que sigue siendo negocio para el capitalismo. Tenemos que seguir diciendo cada vez más fuerte: “no es el clima, es el modelo y si no lo modificamos estamos condenados a que el inminente colapso sea mucho más doloroso”.

Ciudad de México, Ex Distrito Federal, 2018

Jorge Tadeo Vargas Juvera, director de LIDECS.

@primaindie