#DíasdelFuturoPasado #37

“Las sirenas piden a gritos atención injustificada.
Momento de tener cuidado y cambiar de rumbo.
Momento de contar los bienes y cometer olvidos”

Evacuation, Pearl Jam

Circula por las redes sociales un video donde Yayo Herrero, entre muchas cosas, menciona que si Madrid fuera sitiada en este momento no sobrevivirá más de quince días, pues no solo no produce nada de lo que consume, sino que no tiene una forma sustentable de disponer sus residuos -sean estos aguas residuales o sólidos urbanos-. Sumado a esto la ciudad ha ido construyendo a su alrededor una serie de zonas de sacrificio que son quienes permiten que funcione sin colapsar.

Sao Pablo, Brasil.

Si a estas declaraciones solo le cambiamos el nombre de Madrid por cualquier otra gran ciudad en el mundo, de esas ciudades que son las capitales políticas y/o financieras de cualquier país, tenemos una situación muy similar a la capital española. Las ciudades que concentran todo el poder político y económico no aportan nada en términos socio-ambientales. Son ciudades construidas en un modelo neoliberal, desarrollista que solo tienen como objetivo mantener el control sobre la población, tanto la que vive dentro de sus fronteras geopolíticas como sobre aquella que ejerce cierto tipo de control, hablando del formato de país con Estados adheridos, que es el formato de gobierno desde hace bastantes años.

Este tipo de ciudades y su forma de sobrevivir cobra mayor importancia en este momento cuando el colapso civilizatorio comienza a ser una realidad innegable, que ya es parte del discurso de algunos mandatarios en las reuniones internacionales y al cual nos enfrentamos todos los días. El modelo de producción-consumo está en un punto de inflexión donde el capitalismo parece ir mutando hacia un nuevo feudalismo, con características muy marcadas de hacia donde nos dirigimos. Este nuevo sistema de clases tendría como base el desarrollo económico para una élite cada vez más pequeña -como referencia leer el nuevo reporte de Oxfam que habla de como cada vez la riqueza se concentra en menos manos- o estará mejor definida que la actual y donde las regiones de sacrificio basadas en un racismo ambiental apuntalen un tipo de fascismo que ya estábamos viviendo día a día.

Buenos Aires, Argentina

Me explico: en estos días se viene dando una especia de ecofascismo basado en la falsa premisa del cuidado o la defensa de la naturaleza, pero sin hablar de extractivismo o de derechos de la propia naturaleza y/o de los territorios. Esta supuesta defensa se basa en modificar productos de consumo hacia una cultura ecofriendly aspiracionista donde aquellos que no participan, casi siempre la clase trabajadora que vive al día y no puede darse ese lujo, es segregada, señalada, culpada por las crisis ecológicas que están personas detectan o creen detectar, sin ver que el problema es mucho más complejo. Por lo cual sus soluciones no tienen fuerza más allá de ir creando barreras entre las personas desde una lógica de un nuevo tipo de fascismo.

A la par de esto las zonas de sacrificio y de extractivismo van creciendo, dejando ecosistemas devastados con lo que la salud de las comunidades que viven en estas zonas se va deteriorando, sin poder hacer mucho. Estas zonas se instalan en lugares donde viven poblaciones vulneradas desde hace años, por lo que existe un racismo ambiental fuerte desde el propio sistema. Aunque existen resistencias contra estas acciones, siempre son criminalizadas, violentadas, con lo que los costos a pagar aumentan. Tener que resistir ante un modelo que no solo no te permite vivir, sino que te aísla, te segrega, es parte del día a día de las poblaciones más vulneradas y golpeadas, no solo en el Sur Global, también se presenta en el Norte, donde los refugiados ambientales, los desplazados, las minorías, la clase trabajadora es quien convive con ellas y todos los daños.

Este racismo ambiental también va delineando un muro imaginario entre las personas que viven en las zonas de sacrificio y las que de una manera u otra se beneficia de ellas mediante su consumo, lo cual permite una mayor segregación y violencia. Es común ver en los medios masivos de comunicación como a los que defienden su territorio los atacan, los criminalizan, los condenan.

Barcelona, España

Estas ciudades neoliberales no aportan mucho o podríamos decir que nada, pero si consumen la mayor parte de los bienes naturales tanto en la extracción como en la producción, distribución y consumo, son ellas quienes se benefician de las zonas de sacrificio, son ellas quienes de poco a poco se están convirtiendo en ciudades neofeudales en este colapso civilizatorio.

Mientras nos acercamos al abismo, el sistema de clases se prepara para una nueva mutación y mantener su hegemonía, nos queda a nosotras, las afectadas, las que en verdad vivimos los impactos de este modelo de producción-consumo tomar una decisión: la extinción o la rebelión.

Enero veinte-20

Jorge Tadeo Vargas*

Tw: @primaindie

*Activista, anarquista, biólogo, panadero casero y coordinador de lidecs