Las redes de la guerra sucia de Estados Unidos en la consolidación del narcotráfico

La versión más conocida sostiene que el agente de la DEA, Enrique Kike Camarena,  fue asesinado en 1985 por órdenes de Rafael Caro Quintero, ya que había proporcionado información para la ubicación del rancho El Búfalo, en el estado de Chihuahua, donde trabajaban 10 mil campesinos en la siembra y la cosecha de mariguana. En la propiedad de Caro Quintero, 450 efectivos del ejército incautaron casi mil hectáreas de cultivo, equivalentes a varias toneladas de mariguana, un volumen valuado en más de 8 mil millones de dólares en el mercado estadounidense.

En el contexto, Caro Quintero fue uno de los principales jefes del narcotráfico en México (el tercero en el orden, por debajo de Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca), cuando las redes de corrupción se estructuraban para dar lugar a la “paz negociada” con el gobierno.

El 9 de agosto de 2013, luego de 28 años encarcelado por el asesinato de Camarena, Caro Quintero fue puesto en libertad tras haber obtenido un amparo de improcedencia, con el que se decidió sobreseer el juicio en su contra. El argumento legal recarga en el hecho de que el juicio se debió llevar en un tribunal federal y no estatal, como ocurrió en principio porque aunque Camarena trabajaba encubierto y sin credenciales oficiales, era un empleado del entonces gobierno de Ronald Reagan.

En entrevistas que realizó en 2013 la Revista Proceso, tres exagentes federales del gobierno estadounidense, Phil Jordan, exdirector del Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC), Héctor Berrellez, exagente de la DEA y Tosh Plumlee, expiloto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), aseguraron tener pruebas de que su gobierno estuvo involucrado en la muerte de Camarena, y señalan al cubano Félix Ismael Rodríguez como el autor material. Ismael Rodríguez, alias El Gato, tiene un largo historial de colaboración con Estados Unidos; además de participar en Bahía de Cochinos y Vietnam, también se le atribuye la captura y asesinato del Che Guevara el 9 de octubre de 1967.

Gracias a la información disponible hoy, es posible cruzar datos y ubicar la estructura sobre la que el gobierno de Estados Unidos, motivado por su obsesión anti-comunista, montó la mayor operación de narcotráfico internacional en la historia.

“Fui yo quien dirigió la investigación de la muerte de Camarena”, dice Berrellez y agrega: “Durante esta investigación descubrimos que algunos efectivos de una agencia de inteligencia de Estados Unidos, infiltrados en la DFS (la mexicana Dirección Federal de Seguridad), participaron también en el secuestro de Camarena.

En la cronología, esas acciones también marcan la continuidad y se combinan con la guerra sucia a la que EUA recurrió para frenar brutalmente los movimientos populares democráticos en países de Latinoamérica.

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Antecedentes: el narcotráfico y la guerra sucia

El 11 de septiembre de 1973 mientras el gobierno de Allende en Chile caía ante el golpista Augusto Pinochet, en la Ciudad de México se llevaba a cabo una reunión entre el entonces procurador general, Pedro Ojeda Paullada y el presidente Luis Echeverría  con el embajador estadounidense, Robert H. McBride, quien le entregaría una carta en la que Nixon pedía colaboración para que la Administración de Control de Drogas (DEA), recién formada meses antes, comenzara a operar en territorio mexicano.

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) ya operaba desde 1951 con el objetivo de formar en México una base contra la amenaza del comunismo.

Durante la reunión se habló de localizar y destruir plantíos de amapola en Sinaloa usando tecnología de localización desarrollada por la NASA y entrenar a elementos de la Policía Judicial Federal para que aprendieran a obtener información de inteligencia.

A finales de 1975, la Operación Trizo comenzó en la zona  del Triángulo Dorado, en los estados de Chihuahua, Durango  y  Sinaloa con cinco aviones de la DEA piloteados por mexicanos y vigilada por la DEA hasta 1976 (año en el que Echeverría deja el poder). El sistema político mexicano colocó entonces a tres personajes para el combate al crimen organizado: José Hernández Toledo (quien dirigió el operativo de Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968), Roberto Heine Rangel (pieza claves durante la guerra sucia) y  Manuel Díaz Escobar (jefe de los “Halcones”, de la matanza del jueves de corpus el 10 de junio de 1971).

En una entrevista realizada en 2010, por Anabel Hernández a un hombre identificado como “El Informante”,  se anota que esos “eran los tiempos en que el gobierno tenía bajo un control casi total la siembra y el trasiego de la droga. No había casi ningún cargamento que no pasara por el permiso y la vigilancia del Ejército, de la Dirección Federal de Seguridad y la Policía Judicial Federal”.

Son los años que dentro del crimen organizado crecieron las figuras de Miguel Ángel Félix Gallardo, Ismael “El Mayo” Zambada, Pablo Acosta Villareal, Juan José Quintero Payán, Juan José Esparragoza y Ernesto Fonseca Carrillo.

Para sembrar 50 hectáreas se requería el permiso del jefe de la zona militar. Cuando la cosecha estaba lista, se transportaba a un centro de acopio, de ahí se solicitaba permiso para enviar el cargamento a la frontera. El permiso del gobierno federal costaba 60 dólares por kilo: 20 dólares para el jefe de la zona militar, 20 para la Policía Judicial y 20 para la Dirección Federal de Seguridad (DFS).

Mensualmente una maleta recorría el país “hacía su viaje desde abajo, desde los que directamente cobraban el dinero hasta la oficina del procurador…se perdía de mano en mano hasta llegar a Los Pinos”. En Estados Unidos el dinero obtenido por el derecho de piso fue destinado a la lucha contra los movimientos populares.

El periodista Manuel Buendía documentó parte de la historia negra en el libro titulado “La CIA en México”. Como Kiki Camarena, Buendía fue asesinado (por investigar la misma información). Ese fue el primer asesinato de la narcopolítica en México.

Con los nombres clave de Litensor, Litempo-2 y Litempo 8, fueron informantes para la CIA los presidentes Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, respectivamente.

Revisitando estas fechas y tomando como punto de referencia final el secuestro y asesinato de Camarena, hasta aquí un hecho surge con mayor claridad: la colaboración entre México y Estados Unidos durante la guerra sucia de la década de los años setenta y el vínculo de esas redes con y para la consolidación del modelo funcional del narcotráfico.  A mediados de los años 80, eso significó inyectar con apoyo logístico y desarrollar las conexiones de la corrupción política con el crimen organizado en Estados Unidos, México, Colombia, El Salvador, Honduras, Bolivia y Costa Rica.

En adelante se anota la participación de EUA en el diseño de una operación internacional de tráfico de drogas orquestada para financiar a los Contras e intentar derrocar, entre 1985 y 1986, al gobierno sandinista de Nicaragua.

Caro Quintero nació en la Noria, un pueblo cercano a Culiacán, Sinaloa. Una pariente de su esposa, Elizabeth Elenes, se había casado con José Antonio Fonseca, sobrino de Don Neto. Fonseca nació en Santiago de los Caballeros, en Sinaloa, y a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta se le empezaba a relacionar con el Cártel de Guadalajara. Félix Gallardo había sido chofer y guardaespaldas de Leopoldo Sánchez Celis, gobernador de Sinaloa.

El traficante Michael Hooks luego convertido en informante de la DEA para la captura de Miguel Caro Quintero, alguna vez fue el encargado de 28 aviones que salieron de Sonora hacia EUA, de Texas a California.  En junio de 1983, Miguel dijo a Hooks que iba a mostrarle algo. Pasando una puerta custodiada por hombres armados, lo llevó a un claro donde había unas 35 hectáreas de cultivos de mariguana. “Nunca había visto algo tan grande”.  Lo que él vio era uno de una docena de campos de 15 a 40 hectáreas a las afueras de Caborca, la base de operaciones de los Caro Quintero.

28 aviones, 14 pilotos, siete tripulaciones y equipo de tierra, 33 propiedades comerciales en Tucson y más de 40 distribuidores. Y esas eran sólo las conexiones en EUA. La operación del Rancho El Búfalo fue una leyenda casi inimaginable. En 1984, había 18 camiones transportando la cosecha, unas 3,000 personas trabajando, desde los cuidadores hasta los cortadores y las mujeres que preparaban la comida. Había tres autos de una tonelada sólo para mover las tortillas por día.

Dice Hooks: “Como la mafia de Brooklyn y Jersey antes que ellos, y como la de Cali después, los Caro Quintero sabían el valor de hacerse cargo de los suyos. La familia pavimentó las calles de Caborca y conectaron la electricidad, construyeron iglesias y escuelas. Eran buenos con la comunidad y la comunidad los quería; el gobierno mexicano también los quería. Estaba trayendo billones en moneda y no sólo estabilizaban el peso, todos se quedaban con una parte: políticos, policías, los servicios de inteligencia”.

Paulino Vargas creador de muchas canciones que interpretan Los Tigres del Norte, en una fiesta al terminar de cantar con su grupo Los Broncos de Reynosa le dijo a Caro Quintero y Don Neto: “yo no sé qué negocio se traigan, pero a mí se me hace que ese señor les va a jugar chueco”. Vargas se refería a Kiki Camarena. Días después fue descubierto el rancho El Búfalo.

El 7 de febrero de 1985 Caro y Fonseca secuestraron al agente de la DEA.

“Vamos a platicar con el señor Camarena” dijo Don Neto a Rafael, a lo que respondió “¿ya para qué?, no tiene caso, no puede contestar”, respondió el R-Uno, ”¿lo soltaste?” preguntó Ernesto. “Es que lo golpearon y se está muriendo”, sentenció Caro Quintero.

Entre lágrimas Don Neto le reclamó “¡Chingada madre! ¡Eres un cochino! ¡Mata amarrados!”, -“¡Yo no fui! Me brincó la gente de Miguel Ángel (Félix Gallardo)”, le respondió Rafael.  “¡Usted la parió, usted la cría! No la friegue compadre, en esto estamos juntos”. Los reclamos subieron tanto de tono que Caro y Fonseca desenfundaron sus armas. Don Neto era acompañado únicamente por su lugarteniente Samuel Ramírez Razo y Rafael estaba en su casa protegido por 20 escoltas, al verse en desventaja Ernesto Fonseca se retiró perdiéndose en las calles. O al menos esa fue la reconstrucción de los hechos que se registran en las declaraciones ministeriales de los dos capos. Camarena fue encontrado muerto el 5 de marzo en Michoacán. La investigación fue publicada en el libro Los Señores del Narco de Anabel Hernández en 2010.

Caro Quintero fue detenido el 4 de abril de 1985 en Costa Rica, Don Neto el 7 de abril del mismo año en Puerto Vallarta y Félix Gallardo el 8 de abril de 1989.

Como responsables del asesinato de Camarena se enjuició al hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros (que llegó a México por mano del activo de la CIA, el Gato Rodríguez, para enlazar la droga de Colombia), Juan José Bernabé Ramírez (escolta de Don Neto ) y Rubén Zuno Arce (cuñado de Litempo 8, el ex presidente Luis Echeverría).

De acuerdo al reporte de la Operación Leyenda escrito por Berrellez, en los años ochenta la CIA puso en marcha el plan Irán-Contra para derrocar al gobierno de Nicaragua establecido por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Ya que el Congreso estadounidense había interrumpido los recursos, la agencia apuntó en dirección del narcotráfico para financiar a la Contra.

En Estados Unidos tres comisiones investigadoras especiales llegaron a la conclusión de que existió tolerancia para que se traficara droga de América Latina a Estados Unidos: la comisión Tower en 1986 sostiene que la guerrilla de derecha se financió con dinero del narco, la comisión Kerry en 1989 dictaminó que el Departamento de Estado proporcionaba apoyo a los contras y estaba implicado en el tráfico de drogas y la comisión Walsh en 1993 sostuvo que las agencias del gobierno estaban al tanto de la conexión Contra-drogas.

En un documento del expediente, Lawrence Victor Harrison, conocido como Torre Blanca y que proporcionaba radios de onda corta a los capos en mención, reveló que un tal Velasco había informado sobre una guerrilla entrenada en Veracruz al periodista Manuel Buendía.

La guerrilla era entrenada por la CIA en un rancho de Caro Quintero y protegida por la Dirección Federal de Seguridad. Buendía había recopilado información sobre el tráfico de armas, la guerrilla, la CIA, el narcotráfico y las corporaciones mexicanas, por lo que acudió en busca de consejo con su compadre José Antonio Zorrilla, director de la DFS. El 30 de mayo de 1984, fue asesinado de cuatro balazos por la espalda dentro de un estacionamiento en el que el periodista de Excélsior guardaba su auto.

En su columna Red Privada, Buendía había revelado que Gerhard Mertins había pertenecido a las obscuras SS de Adolf Hitler y que al concluir la Segunda Guerra Mundial se convirtió en el principal exportador de armas de Alemania y, que de acuerdo con Torreblanca era el contacto de la CIA para el tráfico de armas.

Torreblanca contó el 6 de julio de 1990: “Félix Gallardo me dijo que él pensaba que sus operaciones de tráfico de drogas eran seguras porque él suministraba armas a la contra nicaragüense”. Antes, Buendía había escrito sobre la colusión del narco con las esferas del poder político; su investigación apuntaba a Veracruz y la guerrilla pero no fue hasta la Operación Leyenda que la tesis cobró sentido.

 

La conexión El Salvador y Costa Rica

Cubriéndose con una toalla, cuando los costarricenses detuvieron a Caro Quintero, él gritaba que lo habían traicionado. “Pagué mucho dinero para que me paguen con esta mierda”, decía.

La comisión legislativa investigadora rindió un informe en 1987. Algunos diputados hablaron de la existencia de una “voluntad política superior” que había ayudado al narcotraficante mexicano a esconderse en Costa Rica. ¿Quién era esa autoridad política superior? Nadie lo dijo. O nadie se atrevió a decirlo.

Caro Quintero llegó en marzo de 1985 en un avión piloteado por el costarricense Werner Lotz. Antes, otro piloto estadounidense contratado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Tosh Plumbee, había llevado a Caro y a Sara Cossío desde Guadalajara hasta Sonora y luego a Guatemala. Ahí los recogió Lotz, el costarricense que también hacía “chambas” para la CIA.

Empeñado en derrocar a Daniel Ortega, el entonces presidente Ronald Reagan y su vicepresidente George Bush crearon una especie de guerrilla de derecha en Nicaragua.

Cuando el Congreso notificó que ya no habría dinero para los contras, Reagan y Bush llamaron a Oliver North y crearon un plan para traficar armas israelíes y de otros proveedores, de San Salvador a Nicaragua. En los mismos aviones que se llevaban esas armas, se transportaban enormes cantidades de drogas a bases militares de los Estados Unidos, donde los cargamentos no pudieran ser revisados por las aduanas.

Esa historia se parió en El Salvador con ayuda de militares salvadoreños y  embajadores en Costa Rica, El Salvador y Colombia.

Con el apoyo de la CIA, Caro Quintero estaba tan hasta el cuello, que los contras se entrenaban en sus fincas de Veracruz siguiendo los métodos de Edén Pastora.

En febrero de 1985, cinco días después de asesinar a Camarena, Caro Quintero huyó hacia Costa Rica. Para los involucrados en ese plan de armas y drogas Camarena era una amenaza: derrumbaría todo lo que pasaba en El Salvador, Costa Rica, México, Colombia, Bolivia, Honduras, Nicaragua y otros países. Eso significó convertir a los Estados Unidos en el mayor cártel de la historia humana.

La cocaína llegaba desde Colombia y Bolivia a Costa Rica y de ahí se enviaba a El Salvador y Honduras para que se distribuyera. De México se enviaba directamente a Estados Unidos.

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Arresto de Rafael Caro Quintero en su residencia en Costa Rica.

Héctor Berrellez tomó una serie de fotografías de rostros muy diferentes entre sí que llevaba consigo, las colocó en línea, y llamó a uno de sus dos testigos estrella y le preguntó:

− ¿Ves aquí algún rostro de una persona de las que interrogó a Enrique Camarena poco antes de que lo asesinaran en esa casa de Don Neto de Guadalajara?

El hombre era un antiguo guardaespaldas de Don Neto, fundador del cártel de Guadalajara y tío de Amado Carrillo.

El hombre respiró profundo, miró fijamente las fotografías y puso sus iniciales y la fecha del día detrás del rostro de Félix Rodríguez, un cubano anticastrista, quien todavía vive en Miami.

Cuando el reconocimiento de la fotografía se produjo, había pasado algún tiempo desde que Félix Rodríguez vivió en El Salvador al lado de Luis Posada Carriles, un hombre históricamente protegido. Ambos agentes de la CIA, dirigían la operación que se ejecutaba en el aeropuerto de Ilopango en el tiempo en que se asesinó a Camarena.

Félix Rodríguez había ayudado a capturar a Ernesto Che Guevara en Bolivia. Al poco tiempo de llegar a El Salvador, en abril de 1985 arrestó a la entonces comandante del FMLN Nidia Díaz, durante una incursión de una unidad élite aerotransportada del Ejército. Posada, cubanoamericano acusado de terrorismo, en señalado autor intelectual de la explosión del Vuelo 455 de Cubana de Aviación en 1976 en el que murieron 73 personas; se le atribuyen atentados con bombas contra hoteles de La Habana en 1997.

Berrellez tiene la certeza que el cubano Félix Rodríguez estuvo en la casa donde mataron a Enrique Camarena. Incluso los exguardaespaldas testificaron a la DEA que en al menos una reunión en la que estuvo Félix Rodríguez también participaron generales mexicanos y Manuel Bartlett Díaz, quien en 1984 era el Secretario de Gobernación.

La muerte de Camarena no fue el único error de Caro Quintero. El otro tuvo que ver con su amante, sobrina del político Guillermo Cosío Vidaurri, presidente del PRI en el DF, e hija del entonces secretario de educación del estado de Jalisco, Sara Cristina Cosío. Caro rapta a Sara el 7 de marzo, sacándola literalmente del auto en que iba con su madre y hermano con la ayuda de hombres armados. Huye de Guadalajara a Culiacán dos días después. El 2 de abril, Sara llama a su madre. Ignora que la policía y la DEA tienen intervenido el teléfono.

Tras fuerte presión de varios sectores de la sociedad y personajes políticos, en septiembre de 1985 se estableció la Primera Comisión Investigadora del Narcotráfico en la Asamblea Legislativa de Costa Rica. El resultado fue dado a conocer el 30 de julio de 1987: una “autoridad política superior” había protegido a Caro Quintero desde su llegada hasta su partida, y la corrupción de altas autoridades de seguridad nacional habían sido su principal aliada.

Hasta hoy, nadie sabe quién fue (o es) “la autoridad política superior” que lo protegió.

 

El encubrimiento del Departamento de Estado de EUA

Informes de traición en el asesinato de Coronel James E. Sabow y otros marines cuyas muertes están vinculadas a la utilización de los activos de (la base) El Toro durante los años 1980 y 1990 para importar cocaína a los EUA y exportar armas a la facción rebelde Contra de Nicaragua.

El Coronel Sabow fue encontrado muerto en el patio de su vivienda por su esposa el 22 de enero de 1991. Las circunstancias de su muerte y la evidencia forense apoyan la versión de un asesinato, manipulación de la escena del crimen y encubrimiento en los niveles más altos, incluyendo una fotografía manipulada de la autopsia presentada en un informe del Departamento de Defensa de la muerte del coronel al Congreso en 2004.

Una declaración bajo juramento en 2010 para el Servicio de Investigación Criminal Naval (NCIS) reportó homicidio y manipulación de la escena. La versión oficial sostiene que las acusaciones de mal uso de los aviones del gobierno, la depresión y el suicidio fueron las causas de la muerte.

La autopsia no hace mención de la herida en el lado derecho de la cabeza, la cual le causó inconciencia. Fragmentos del cráneo occipital penetraron en la parte trasera de su cerebro. Sabow estaba aspirando sangre de una herida en la faringe que resultó de una fractura en la base del cráneo. La tráquea, los bronquios y los bronquiolos se llenaron de sangre, duplicando el peso del pulmón derecho. Su pistola fue encontrada junto  su cuerpo, sin huellas y sin nota suicida.

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El periodista Gary Webb desenmascaró las maquinaciones de la CIA en el mundo de la droga y reveló a los norteamericanos cómo barrios negros del país fueron inundados de crack, con un increíble cinismo, en medio de un tráfico destinado a abastecer de dinero y armas la Contra nicaragüense. Denunció al narcoterrorista Luis Posada Carriles y a sus cómplices cubanoamericanos involucrados en este criminal negocio. Fue encontrado en su domicilio con dos balas en la cabeza. Un suicidio, dijeron las autoridades judiciales.

La investigación de Webb causó un revuelo nacional. Hasta tal punto que la gran prensa comercial publicó largos reportajes atacando sospechosamente varias partes de su investigación. El Washington Post, el New York Times y Los Angeles Times se distinguieron en el trabajo sucio.

Webb fue descubierto muerto el viernes 10 de diciembre de 2004, en su casa de Carmichael, California. Tenía 49 años.

Sus revelaciones fueron publicadas por todos los diarios de la cadena Knight-Ridder. Todos… salvo el Miami Herald, el diario vinculado a la mafia narcoterrorista cubanoamericana.

En su libro Whiteout: the CIA, Drugs and the Press, los periodistas Alexander Cockburn y Jeffrey St.Clair, del conocido sitio web Counterpunch.com, cuentan cómo Webb fue víctima de una campaña para destruir su reputación.

«El ataque contra Gary Webb y sus artículos del San José Mercury News queda como uno de los asaltos más venenosos y objetivamente ineptos contra la capacidad profesional de un periodista en la memoria viva. En los medios principales casi no encontró defensores y los que se atrevieron a manifestarse en su favor fueron objeto a su vez de virulentos abusos y tergiversaciones».

Siempre defendió su investigación más famosa, publicó en 1999 un libro titulado Dark Alliance: The CIA, the Contras, and the Crack Cocaine Explosion (Alianza oscura: La CIA, los contras y la explosión de la cocaína crack).

Como un elemento secreto de la invasión de Bahía de Cochinos, la CIA organizó la Operación 40 en la cual participaron Luis Posadas y decenas de mercenarios cubanoamericanos junto a sicarios de la mafia ítalo-americana.

Posadas participó en junio de 1976 en la creación de la CORU terrorista, conformando una tropa que se sumara, con Félix Rodríguez y Frank Castro, a las operaciones de narcotráfico autorizadas por la Administración de Reagan.

Frank Castro fue inculpado por la importación de 500 toneladas de marihuana «hasta que la acusación despareció por arte de magia cuando estableció un campo de entrenamiento de los Contras en 1983». Más afortunado, Félix Rodríguez terminó en la oficina de George Bush padre, quien celebró su «talento». Posada, indultado ilegalmente, ha preferido «desaparecer», con las «protecciones» que le quedan.

La serie de Webb demostró cómo el fanatismo anticomunista de la Casa Blanca la llevó a involucrarse en la propagación de la más infernal epidemia de droga de los tiempos modernos.

El 10 de diciembre, el cadáver de Webb fue descubierto en su domicilio de Carmichael. Tenía la cara destruida. El Coroner Robert Lyons fue el oficial de justicia que realizó la investigación. Emitió rápidamente su conclusión: Gary Webb se suicidó con dos disparos al rostro de una calibre 38.

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Proceso: A Camarena lo ejecutó la CIA

Las claves del Caso Camarena (Primera Parte)

Las claves del Caso Camarena (Segunda Parte)

Libertad de prensa estilo USA: ¿Quién mató a Gary Webb?

www.theamericandrugwar.com

Un libro sobre Kiki Camarena

Government Narcotrafficking and Murder

Caro Quintero Quería vengarse del que lo ubicó en Costa Rica

www.colonelsabow.com

Costa Rica debe cambiar la historia de Caro Quintero

Recopilación de datos: Alonso Castillo