Foto: Termografía de la temperatura del 11 de junio el 2019. Hermosillo rompió récord para esa fecha con 48 grados celcius.

#DiasdelFuturoPasado 85

Por Jorge Tadeo Vargas

Hace unos días mi hija me compartió una nota que leyó en sopitas.com  sobre algunos de los impactos que va a haber en el planeta con el aumento de la temperatura global si esta sobrepasa los 1.5 grados; situación a la que nos estamos acercando peligrosamente y la cual a pesar de más de veinte años de negociaciones, los gobiernos no logran ponerse de acuerdo en que acciones tomar para evitar sobrepasar esta marca puesta por especialistas como el tope previo al colapso climático.

Estas negociaciones pasaron de un fallido Protocolo de Kioto que llegó a su fecha de caducidad sin cumplir la única meta importante que se habían puesto: la de mantener las emisiones de CO2 por abajo de las 350 partes por millón. En estos días las hemos rebasado, fue la primera señal de alerta de que algo no estaba funcionando entre la evidencia científica y las decisiones de los gobiernos.

Al terminar este protocolo da inicio el Acuerdo de París, el cual para muchos fue un suceso histórico por la cantidad de países que lo firmaron, incluido Estados Unidos que no había firmado el Protocolo de Kioto y no se había comprometido a reducción emisiones. En París lo hizo por la simple razón de que este acuerdo no es vinculante y no los obliga a nada, por lo que a la fecha ninguno de los países firmante ha cumplido con lo firmado, al contrario, algunos como México con sus políticas ambientales y/o energéticas han retrocedido en lo que se trataba de lograr, por lo que es poco probable que el tope de 1.5 grados no sea sobrepasado.

El artículo de sopitas que leyó mi hija y que aquí les comparto (https://www.sopitas.com/noticias/extincion-mundo-mas-caliente/) se centraba en uno de los impactos a tener muy en cuenta por la magnitud de lo que va pasar con él; me refiero a la pérdida de los arrecifes de corales y con esto uno de los ecosistemas más importantes en el planeta, pues de darse las condiciones para el aumento del 1.5 grados, perderíamos entre el sesenta y el noventa por ciento de todos los arrecifes en el mundo, lo que significa perder más de la mitad de la flora y fauna costera y bentónica del mundo. Algo a preocuparnos y ocuparnos si entendemos que los mares son los principales reguladores del clima en el mundo, además de ser una de las fuentes más importantes de muchos de los procesos globales de las dinámicas poblacionales.

Perder los arrecifes o ese porcentaje pone en riesgo otro ecosistema marino que ya de por si está en riesgo, como son las zonas de manglares, lo que desde hace décadas están siendo afectados por el turismo de sol y playa, con sus grandes hoteles y toda la mega infraestructura que esto conlleva. Hablamos de que entre estos dos ecosistemas proveen de más del setenta por ciento de la vida marina en algún momento del ciclo de vida; al igual de controlar el ciclo del agua y la temperatura entre otras funciones. Esto deja muy claro que de no hacer algo para mantenernos abajo del tope previsto en la temperatura global, la situación se pone muy delicada.

El autor del texto trata de ser menos pesimista de lo que soy yo y menciona las medidas que el nuevo reporte “Global Anual to Decadal Climate Update” de la Organización Meteorológica Mundial que menciona que aún estamos a tiempo de hacer algo pues el porcentaje de alcanzar la marca de 1.5 es de un cuarenta y ocho por ciento, hay esperanzas si hay voluntad política, dicen, aunque para mí las medidas propuestas (como pasar a energías renovables, carros eléctricos…) no tocan el problema de raíz, por lo que es imposible detener el avance hacia la temperatura global límite.

No solo se tiene que reconocer al capitalismo como el culpable, sino romper con un sistema de clases y un modelo de producción-consumo, cosa que no está en entredicho y no hay planes de hacerlo. Perro no come Perro dicen por ahí.

Por otro lado (y también se menciona en el texto) el aumento de los meses calurosos sumado a la pérdida de las zonas de manglares en las costas, junto con la devastación de los ecosistemas hacia el interior del planeta, como son los bosques, las selvas (tanto baja caducifolia como húmeda) son indicadores del trazo climático que nos espera, al que nos enfrentamos.

Lo saben hasta los gobiernos, no por nada la Comisión Nacional del Agua prevé no solo un aumento en la cantidad de huracanes de esta temporada, sino que se tiene prevista que la mayoría de ellos tengan una categoría de nivel cinco hacia arriba, es decir, la fuerza en con la que se van a presentar será devastadora para muchas ciudades y si éstas tienen la mala fortuna de estar por debajo del nivel del mar, como el caso de Tabasco, estamos hablando de un riesgo histórico para el país. La cantidad de inundaciones será nunca antes vista, sin un fondo nacional para desastres naturales, el tema se complica aún más.

Plantearnos mantenernos por debajo de la meta es o debe ser de urgencia tanto nacional como global, un compromiso de todos los gobiernos, pero también acciones a nivel de los tres niveles de gobierno en el país, donde estas acciones brillan por su ausencia.

Pero bueno, pensar que esto se dará desde este sistema de clases con un modelo de producción-consumo extractivo, devastador, es absurdo, no es lo que les interesa, más de veinte años de Conferencias de las Partes sobre Cambio Climático de la ONU lo comprueban. Un fallido Protocolo de Kioto, un Acuerdo de París sin funcionar, los Green New Deal cada día más posicionados es evidencia muy clara que desde el capitalismo no hay como salir de la crisis climática y del colapso socio-ecológico que tenemos enfrente.

Ante la pregunta de mi hija de si es posible sobrevivir como especie si se da este aumento de temperatura global me cuesta responderla, debería ser fácil hacerlo, la especie no está en peligro, lo que tenemos enfrente nos pone en peligro a todas aquellas que somos prescindibles para el sistema de clases, siempre tendrán mano de obra para sostener sus zonas de sacrificio, esos espacios industrializados que les proveen a los más ricos y privilegiados las posibilidades de vivir sin preocuparse de nada.

Elisyum no tiene problemas en mantener su modelo, los que estamos fuera de él, tendremos que aprender, como lo venimos haciendo desde hace años a sobrevivir en las condiciones que el modelo nos pone para continuar con su hegemonía.

Eso sí, estamos ante la sexta extinción que será mucho más brutal que la anterior que se dio hace unos miles de años atrás, donde los grandes mamíferos desaparecieron, la que los geólogos llaman la pequeña glaciación. Aunque hoy las redes sociales, sí, esas que nos enseñan a repetir como pericos los memes que compartimos, nos está diciendo que este es el verano más frío que tendremos, me gustaría pensar que eso, el calor es lo más preocupante; no lo es. Será mucho peor cuando el frío regrese.


Foto: Un Támesis congelado durante la Pequeña Edad de Hielo – Museum of London. Tomado de europapress.es

Desde el infierno en Ankh-Morpork

Abril 2022

*Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de X.