Al Pato de Lucas le he seguido la pista desde que fue parte de la sub 17 que se incorporó al equipo de Eduardo Bours, cuando juntos desgobernaron al estado de Sonora. Le recuerdo muchas facetas, pero honestamente no la de antiterrorista.

Recuerdo, por ejemplo, aquel vergonzoso episodio ocurrido en el 2008, cuando fungía  como presidente del PRI SONORA y muy solícito acudió al Juzgado Tercero Penal contiguo al CERESO y logró, a eso de las 22:00 horas, que el juzgado se abriera para que un juez, viniera a su fuente de trabajo en ese horario y elaborara los acuerdos y los autos necesarios para que Adriana González, quien fue encarcelada por oponerse a la destrucción del Parque de Villa de Seris, pudiera salir libre ya que el Pato pagó la fianza que se resistía a cubrir la procesada y casi a empujones la pusieron en libertad.

Del 2006 al 2008 había sido Secretario de Seguridad Pública, durante ese periodo se presentó una detonación de granadas en las instalaciones del periódico Cambio-Sonora, el cual finalmente cerraría sus ediciones; en mayo de 2007 ocurriría una masacre por rumbos de Arizpe donde el saldo final fue de 22 muertos. Desde entonces, la inseguridad llegó para quedarse en Sonora.

De su paso por Pro México, justo cuando arribó al poder político Peña Nieto, Eduardo Torreblanca, columnista de El Financiero, diría: “Cierto o no, lo evidente es que el Pato Lucas no está más en un puesto clave de la promoción económica nacional y que ningún ‘animal político’ como el nacido en Magdalena de Quino (sic) habría de aceptar un puesto para luego renunciar a él por “proyectos personales” que presumiblemente estarían ligados a su partido en su estado”. Claramente, diría el columnista, no sólo no era su vocación la promoción externa de México, sino que además se dio el lujo de dejar esperando en antesala, mucho más de lo prudente, a un director de prominente marca automotriz de 2 letras en México.

Que les puedo decir, mis estimados lectores, del paso del Pato por rumbos de la Secretaría de Educación y Cultura, a la que casi convertía en la Secretaría de Promoción Deportiva, Michael Jordan incluido. Podría aplicársele quizá el dicho de que “el que nada sabe nada teme”, pero creo que no lo entenderían las 5 decenas de profesores que han sido despojados de su fuente de trabajo por negarse a validar la mal llamada Reforma Educativa. Incluso, me pregunto, qué cartas credenciales le presentaría el Pato de Lucas, en caso de llegar a la alcaldía, al que, según las encuestas, será el próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien ha repetido una y mil veces que la Reforma Educativa será lo primero que echará abajo.

Pero qué tiene que ver todo lo anterior con el pato antiterrorista, tal y como se titula mi colaboración. Pues para sorpresa mía, el personaje en cuestión tuvo como invitado nada más y nada menos que a John Pistole, “Juan Pistolas”, dirían los columnistas locales. Pistole fue quien dirigió el programa antiterrorista después de los atentados de septiembre de 2001, en la administración de George Bush hijo. Durante el gobierno de Barack Obama, Pistole asumió la jefatura de la agencia de seguridad en los transportes implementando una serie de medidas extremas para evitar posibles actos terroristas. Estas medidas provocaron una serie de protestas tras numerosas quejas, entre las que se incluían el retiro de una prótesis mamaria a un mujer “sospechosa” o la de un sobreviviente de cáncer de vejiga, a quien le pincharon la bolsa de su orina, como medida de precaución, por si ocultaba “algo” ilegal.

Me sorprende la audacia del Pato de Lucas, pero más me sorprendería que los hermosillenses lo convirtieran en alcalde a pesar de no haber dado resultados en todos los puestos que ha ocupado. Hoy en día, por ejemplo, los policías locales tienen permiso para matar y lo han venido ejerciendo, principalmente en contra de los “macheteros”, imagínense lo que ocurrirá con los consejos del zar antiterrorista.

Pura leyenda.

 

Isabel Dorado Auz