Por: Isabel Dorado Auz

En esta colaboración quiero invitarlos a que hagamos una reflexión sobre la actual Pandemia del COVID19 y veamos otros aspectos que no estamos considerando.

En el aspecto técnico, el virus está conformado por una cadena de RNA lo cual, según los expertos, lo hace susceptible a padecer mutaciones que podrían ser benéficas o dañinas para el ser humano. Esto, sin duda, complica la posibilidad de obtener una vacuna que pueda combatir no sólo al virus original sino también a los virus mutados. En tal sentido, es pertinente acatar las recomendaciones de las autoridades sanitarias al recomendarnos quedarnos en casa, situación que debiera ser una constante para cualquier tipo de enfermedad infecciosa, solo que la actividad económica nos obliga a trabajar cuando padecemos un resfriado común, que puede ser más letal que el actual virus. La pregunta es, ¿qué es más importante, la economía a lo salud de los trabajadores?

En el aspecto social, el confinamiento puede llevarnos a dos tipos de situaciones: si es individual, puede derivarse en una paranoia o, bien aprovechado, en una oportunidad para reencontrase consigo mismo, siempre y cuando se conserve la calma y se reflexione sobre diversos tópicos; si es familiar, podría restablecerse algo que hemos ido perdiendo, la convivencia entre padres e hijos y el papel central que jugamos las familias en la recomposición del tejido social.

Se empieza a hablar también de una posible intervención de un laboratorio militar para “sembrar” el virus y con ello generar caos a nivel mundial con diversos objetivos: Derrotar políticamente al enemigo, se llega a decir que quien sembró el virus fue Estados Unidos para debilitar a China y conservar la supremacía mundial; se dice que la siembra del virus fue con la intención de frenar las múltiples protestas que se han presentado en los últimos años y, en ese aspecto son muchas las naciones que se han visto “beneficiadas” con esta Pandemia, de pronto ya no se habla de la democratización de China, ni de las guerras impulsadas por Estados Unidos en el medio oriente, ni del crecimiento del movimiento feminista a nivel mundial, ni de la grave crisis en que ha caído la iglesia católica a raíz de los hechos denunciados de curas pederastas.

Se debe valorar, también en su justa dimensión, el impacto que ha tenido el paro de actividades económicas en el medio ambiente. Se dice que China volvió a tener un aire relativamente limpio después de la paralización económica del país, hay quienes difunden imágenes de delfines nadando en las aguas de Venecia, se resalta el hecho de que en San Diego se le permitiera a los pingüinos de un Parque de Diversiones, ir más allá del pequeño espacio en el que han estado confinados. Hay quien empieza a creer, desde hace tiempo, que un descrecimiento de la economía sería muy benéfico para restablecer el entorno ambientalista que necesitamos. En Hermosillo, hubo quien hizo resurgir a las aves, los osos y hasta una ballena en el cauce del canal del vado del Río, asumiendo que debiera restablecerse la Sauceda como un área verde.

Reflexionemos pues sobre esta Pandemia y obtengamos de ella las mejores lecciones positivas y no sobredimensionemos el problema.