#DíasdelFuturoPasado 25

“Ay vamos amigo, ¿Esta te parece la cara de
alguien que va causar problemas?”
Elrod Hulk, en Old Man Logan

A medida que las noticias sobre la extinción de la humanidad van en aumento, con lo que los supuestos síntomas también aumentan aparecen artículos de periodismo de investigación que hablan de la depresión por el cambio climático, del desinterés por un gran sector de jóvenes de no querer planear su futuro, pues al fin y al cabo solo nos quedan diez años antes de la extinción. A la par de este fenómeno mediático también aumentan las soluciones de final de tubería que nos invitan mañosamente a cambiar nuestros patrones de consumo, incluso comienzan a usar términos que años atrás eran exclusivos de los ecologistas, como son comercio justo, cierre de ciclos del modelo, entre muchos otros que ahora permean dentro de la ciudadanía, principalmente aquella aspiracionista, con cierto acceso económico que busca justificar sus patrones de consumismo bajo la etiqueta de ecofriendly.

El “ecofriendlyismo”, modas para descargar conciencias.

Basta con darnos una vuelta por cualquier centro comercial para darnos cuenta que “cuidar el ambiente” ya no es una cosa solo de locos “abraza-árboles”, sino de todas y donde las marcas comerciales hacen todo su trabajo. Muchas marcas de ropa nos invitan a donar nuestra ropa vieja –siempre y cuando la hayas comprado ahí- pues para ellos donarla a personas necesitadas cierran el circulo de la moda. Lo que estas empresas ocultan es la violación de los derechos laborales de las personas que trabajan en sus fábricas o en las fábricas que ellos contratan para que les produzcan su ropa, donde los que lo hacen viven en condiciones de pobreza extrema, trabajando doce horas o más, casi siempre en algún país del Sur Global. Ocultan también la cantidad de químicos tóxicos que usan en la producción de su ropa que va formando una cadena de contaminación desde la producción hasta la disposición final. Mucho menos hablan de toda la ropa que desechan al final de temporada (la moda se rige por temporadas) donde toneladas terminan en las incineradoras contribuyendo a las emisiones de contaminantes al aire. Esta ropa nueva no está dentro del ciclo de la moda como lo está nuestra ropa vieja. La gente necesitada usará ropa de segunda, nunca nueva, al menos no de estas marcas que presumen su responsabilidad socio-ambiental con este tipo de prácticas basadas en la economía verde, es decir, con un maquillaje pero nada de fondo.

Así como este ejemplo de capitalismo verde basado en el ecofriendly puedo dar muchos otros. Incluso podríamos hablar de estos personajes que aparecen cada determinado tiempo para mostrarnos el camino, la urgencia del cambio, que el cambio dentro de este sistema de clases y su modelo de producción-consumo en efecto se puede dar, que es solo cuestión de voluntad política. Esto nos dicen ciertos personajes desde su espectáculo muy bien montado siguiendo el juego del capitalismo verde, pero sin cuestionar de raíz la crisis socio-ecológica que atravesamos en estos momentos del antropoceno y donde la crisis climática es la que recibe –por obvias razones- más reflectores.

Industria textil, la segunda que más contamina en el planeta

Pero más allá de las críticas que son muy válidas a estas prácticas ecofriendly individuales que no cuestionan el modelo de producción-consumo ¿Sirven en algo para mitigar la crisis socio-ecológica que vivimos? Después de todo son miles de personas en todo el mundo las que han dejado de usar popotes, o plástico, que no viajan en avión por decisión propia, que consumen solo de marcas certificadas como ambientalmente responsables. ¿Existe en realidad un avance gracias a este capitalismo verde? La respuesta es clara y rápida: no, no sirve, no se ha visto una reducción a la crisis ecológica, ni a la crisis climática en particular.

¿Tas nojada, Greta?

El capitalismo, ya sea de estado disfrazado de izquierda o neoliberal con fuertes tendencias a convertirse en neo-feudal en unos años, lo que busca es el crecimiento económico basado en el modelo de producción-consumo que tenemos desde hace cientos de miles de años y perfeccionado en los últimos cincuenta. Es extractivo cuando lo necesita, como lo ha sido hasta ahora pero bien puede modificar esta conducta o ampliarla aún más allá como lo podemos apreciar recientemente. Hará lo que necesite para perpetuar su modelo de desarrollo o su mito de desarrollo. El espectáculo del ecofriendly es solo eso. Una nueva forma de esta economía de perpetuarse, logrando poner la obsolescencia percibida en el ojo de las personas; donde si no estás en la moda verde eres cuestionado, marginado, segregado y si quieres ser parte de la sociedad de consumo –ahora consumo verde- las empresas están para venderte todo lo necesario. Ya puedes comprar a precios altos ropa de segunda –tal como lo hace la clase obrera en los países latinoamericanos desde hace años pagando poco- acuñando un nuevo concepto para eso: “alargar la vida de los artículos”. Lo que necesites, las empresas están encantados de venderte.

No basta con hacer cambios dentro del mismo modelo que nos sigue invitando al consume, consume, consume hasta morir, pues con esto mantenemos no solo al modelo de producción-consumo sino también al mismo sistema de clases que socializa los costos ambientales con las poblaciones oprimidas y con la naturaleza, lo cual nos está llevando al colapso civilizatorio.  Es necesario cambiar nuestras formas de convivencia donde el falso progreso y desarrollo no sean la meta y el objetivo. Cambiar por formas más comunales, de cooperación, apoyo mutuo, reconociéndonos como parte de la naturaleza.

Desde la selva salvadoreña

Primero de agosto del 2019

Por Jorge Tadeo Vargas.

Director de www.lidecs.org

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