Esta semana se conocerá el destino que tendrá la protesta estudiantil de fines del año pasado. Hay muchos escenarios posibles pero el más deseable es que se le dé solución a una demanda que lleva muchos años y que explotó en reclamo en el departamento de Ciencias Químico Biológicas y que puede extenderse al resto de la Universidad.

Para nadie es un secreto que se ha castigado el presupuesto universitario en los últimos años y ese ha sido el argumento de las autoridades para restringir la apertura de grupos privilegiando, y obligando, a que se habrán muchos más grupos con 40 alumnos, máximo permitido por las leyes universitarias, ocasionando con ello una escasez de oferta académica para los alumnos y un impacto laboral directo en los maestros de horas sueltas quienes a pesar de tener muchos años trabajando en la institución no logran su estabilidad laboral y están en riesgo permanente de perder su fuente de trabajo.

El problema de fondo lo representa la ley universitaria vigente que fue impuesta en 1991 por Manlio Fabio Beltrones, misma que garantiza el control político del Alma Mater por un grupo que se ha eternizado en el poder universitario y que creó todo un aparato burocrático que consume gran parte del presupuesto que debiera ser destinado a las labores sustantivas de la Universidad: Docencia, Investigación y Difusión del Conocimiento. Por eso se dice que no habrá presupuesto que alcance mientras no se corrijan los vicios que se han generado en todos estos años de vigencia de la impuesta Ley 4 Universitaria.

Quienes dirigen la Universidad de Sonora parecen no percatarse del enorme esfuerzo que están haciendo un gran número de estudiantes por permanecer estudiando a pesar de que cada semestre solo logran inscribirse en una o dos materias. A ese ritmo, dicen muchos, voy a terminar la carrera en 10 años si bien me va. El problema hoy es aún más grave, ya que varios estudiantes están en riesgo de no poder cursar una sola materia, lo cual los desvincularía de la Universidad por al menos un semestre. Además, hay una carencia total de tacto en quienes deben darle una respuesta a su reclamo, cuando se les dice que el problema no lo generaron ellos y no pueden hacer nada al respecto. El culpable, dicen otros, es el responsable de Planeación, quien pensando sólo en cómo hacer rendir el presupuesto está definiendo que grupos se abren y cuáles no. No se está haciendo una evaluación del impacto académico de tales decisiones y eso está provocando el despertar de la protesta estudiantil, la cual si no se resuelve a tiempo puede derivar a un conflicto mucho mayor.

Sin duda no está fácil resolver el problema si no hay voluntad de acabar con ciertos excesos. Por ejemplo, esa práctica de contratar como “asesores” al personal jubilado que ocupó puestos burocráticos; o bien, inventar nuevos puestos de confianza para acomodar a personas afines; o la vigencia de ciertas direcciones que no justifican con su trabajo cumplir los objetivos por los cuales fueron creadas.

En fin, al margen de todos los vicios que se han generado hay una necesidad urgente de atender el reclamo de los estudiantes y darle feliz término a este problema que se originó principalmente en el departamento de Ciencias Químico Biológicas, sin dejar de pensar en ir estableciendo una estrategia que permita resolver del fondo esta problemática y se acabe así con la incertidumbre que cada reinscripción padecen los alumnos. De paso, se resolvería el problema de la falta de programación de los maestros de horas sueltas y se le regresaría a un primer plano a una de las actividades sustantivas de la Universidad de Sonora, la DOCENCIA. Veamos de qué están hechas nuestras autoridades universitarias, si harán caso del reclamo estudiantil o seguirán en ese mundo alterno donde nada parece inmutarles.

Por: Isabel Dorado Auz.*

*Miembro de Amigos y Amigas del Parque Madero, Ciudadanía Activa y es maestro universitario.

Email: auz3@correom.uson.m