Días del Futuro Pasado vol. 12

“ni paz entre clases, ni guerra entre pueblos…”

Barrionalistas, Los Chikos del Maíz

Dentro de las presentaciones del libro “Contándolo desde adentro: una crítica a las COPs desde la justicia climática” es inevitable el tema del colapso civilizatorio al que nos acercamos peligrosamente y al parecer sin notarlo por lo ocupado que estamos en practicar la filosofía capitalista del “consume hasta morir”. En estas presentaciones salen algunos comentarios que me toca reflexionar sobre ellos y plasmarlos por acá.

Podemos iniciar con un comentario que me hizo una compañera, donde me plantea que el tema del cambio climático no es tan fuerte en las comunidades de nuestro país porque aquí estamos muy ocupados defendiendo los territorios como para ocuparnos de algo que de pronto es tan intangible.  Yo hablé de como las compas en Centroamérica dentro de las defensas de sus territorios –que también tienen una defensa férrea- tienen muy clara la justicia climática como una de sus peticiones. ¿Por qué? Bueno, saben que el modelo de producción-consumo que privatiza y extrae la naturaleza es el responsable directo del cambio climático, por la tanto este es una causa más del capitalismo salvaje neo-feudal que vivimos actualmente. Hacerlo parte de nuestra resistencia es vital para ir derrotando al sistema.

¿Qué pasa en México? Es simple; la discusión está secuestrada por los centros de investigación, universidades, dependencias gubernamentales, ONGs transnacionales y/o corporativas, sin permitir que esta discusión baje a las comunidades. Por eso es tan intangible, tan poco vinculante con sus luchas que salvo honrosas excepciones son capaces de apropiarse de él y hacerlo parte de la resistencia.

Otra pregunta común es cuando hablo del panorama un tanto oscuro que nos espera, especialmente cuando hablo de la falta de agua, de espacios para cultivar alimentos, de refugiados ambientales, el comentario siempre es que, en los países del Sur, México incluido, ya vivimos esas problemáticas desde hace años, las vivimos día a día y los pobres estamos acostumbrados a ellas.

Tienen razón; en nuestros países hace mucho tiempo que vivimos en el límite del colapso, nuestros barrios son dignos barrios de Elysium, tanto los pobres donde vivimos la mayoría, así como los ricos a los cuales nos niegan la entrada, ya sea con fronteras físicas o imaginarias. El impacto mayor del colapso se está dando en los países del Norte hacia donde se mueven miles de refugiados ambientales al año, donde poco a poco la naturaleza esta forzada a cederle el paso al cemento, y donde sus habitantes acostumbrados al consume el día, al día no saben muy bien que hacer.

Sin embargo, que en el Sur estemos viviendo en el límite no quiere decir que estemos preparados para lo que se viene, principalmente por el cambio climático. Este colapso es histórico y no solo cambiará la geopolítica global entre los países, sino también los ecosistemas y la naturaleza en general. Esto nos llevara a una nueva forma de gobierno mucho más agresiva, sectaria, criminal –sí, lo siento, pero aún no hemos visto hasta dónde pueden llegar los gobiernos y las corporaciones por mantener su hegemonía- más cercano al feudalismo que al propio liberalismo.

Un amigo siempre que hablamos de esto, que lo hacemos muy seguido, rodeados de libros en el espacio de la Biblioteca Social Reconstruir, me dice que el capitalismo necesita de los pobres para sobrevivir, no puedo estar en desacuerdo con él, nos necesita, pero no en el mismo lugar o espacio geográfico; los muros son tanto reales como imaginarios, la segregación cada vez es más fuertes. Los últimos suspiros de la clase aspiricionista sin conciencia de clase (sic) está poniendo clavos de nuestro ataúd.

La proyección de lo que se viene, a pesar de todos los inventos del capitalismo verde que no hacen sino agravar y acelerar el colapso, es muy oscura, las fuerzas que tienen el sartén por el mango e intentan por todos los medios mejorar sus ganancias, mantener el crecimiento económico ilimitado a costa de la naturaleza y de las poblaciones humanas más vulnerables continúa su ataque y no parece detenerse; al contrario, estamos ante un punto de inflexión donde es todo o nada, donde nos toca entender que las resistencias por la defensa de los territorios son también por la vida.

Pero no todo está perdido diría la Yayo Herrero, eco-feminista que entiende muy bien de que va el colapso, a veces lo entiende mejor que muchos otros teóricos colapsistas catastrofistas. Ella sabe que es inevitable y por lo tanto debemos de prepararnos para él. ¿Cómo? Recuperando viejos hábitos de solidaridad, colectividad, comunalidad, dejando fuera de nuestras vidas la filosofía del consume hasta morir, cambiándola por el amor, pero no el amor individual, egoísta producto de las enseñanzas del capitalismo/patriarcado, sino del verdadero amor por nosotras y por la naturaleza. Sin eso estamos perdidos como humanidad.

Hablar del colapso no tiene que ser catastrófico ni mucho menos, es solo una cuestión de visiones. Podemos aceptar lo que nos espera con el camino neo-feudal por el que nos llevan los gobiernos actuales junto a las corporaciones o podemos avanzar hacia una transición justa, equitativa, horizontal, plural. Nos toca a nosotras decidir.

Zinacantepec, abril 2019

Por: Jorge Tadeo Vargas, director de LIDECS.

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