A casi dos años del derrame de 40 mil litros de lixiviados de cobre en el Río Sonora, los sectores de la ciudadanía que se organizaron para exigir reparación del daño y la remediación del cauce dicen sentirse en pleno abandono y despreciados por la empresa y el gobierno.

Ese es el sentimiento que permeó en la reunión que tuvieron el pasado sábado 09 de Julio en Aconchi, Sonora, comunidad rural ubicada en el centro mismo de la cuenca, y que fue famosa por sus depósitos naturales de aguas termales. “Río Sonora a dos años: balance  y propuesta de participación ciudadana, encuentro para el diálogo, intercambio y la acción” se llamó el foro al que asistieron hasta más de un centenar de personas, incluyendo investigadores y académicos llegados de Hermosillo.

Pequeños comerciantes, ejidatarios y ganaderos de 7 pueblos: Bacanuchi, Banámichi, Baviácora, San Felipe de Jesús, Arizpe, Mazocahui y Ures se congregaron en el salón ejidal respondiendo a una convocatoria de la ONG internacional denominada Proyecto Poder, de los Comités de Cuenca del Río Sonora, de la Red Fronteriza de Salud y Ambiente A.C. y del Sindicato académico de la Universidad de Sonora (STAUS).

Recordemos que el 06 de Agosto del 2014, 40 mil litros de aluminio, arsénico, cadmio, cromo, cobre, fierro, manganeso, níquel y mercurio se derramaron en el Río Bacanuchi, afluente del Río Sonora, a causa de una falla en las presas de jales (desechos tóxicos) de la mina Buenavista del Cobre, la histórica mina donde ocurrió la huelga de 1906, y que tiene al Sindicato Minero de Gómez Urrutia desplazado y en huelga desde 2006. El derrame afectó a más de 25 mil habitantes de 7 poblados sin contar ejidos, rancherías y por supuesto Hermosillo, a cuyas presas llega el río.

Agua pasa por mi casa… déjala correr

Los objetivos de la reunión eran tres: clarificar de nuevo, con datos duros y a través de gráficas, el impacto que tuvo el derrame de sulfuros en la flora y la fauna de la región, en la salud de las personas que viven cerca del río y los cambios que han sufrido sus vidas cotidianas después del derrame.

20160709_100331

De estos cambios quizá el más visible sea el tener que comprar garrafones de agua purificada para el consumo y hasta para el aseo personal, pues no le tienen confianza al agua de los pozos que se cerraron durante la contingencia, pero que después volvió a echar a andar la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, Cofepris. De sus llaves y grifos sí sale agua, pero quien la consume lo hace bajo su propio riesgo.

Y es que, aunque los resultados de los estudios que esgrime el gobierno a través del Subsecretario de Planeación y Política Ambiental de SEMARNAT, Rodolfo Lacy Tamayo, y del  delegado estatal de la Secretaría de Gobernación, Wenceslao Cota Montoya, dicen que ya no hay motivo de preocupación y que la contaminación está por debajo de los límites permitidos, existen otros estudios hechos por organismos de la sociedad civil que refutan esas afirmaciones.

Incluso, si se atuvieran sólo a los resultados de las mismas autoridades, la desconfianza persiste, pues en los estudios que se realizaron en las primeras semanas después del derrame se encontraron enormes contenidos de metales pesados que rebasaron por mucho las normas, internacional y la mexicana.

¿A dónde se fueron esos contaminantes? ¿Se desaparecieron? ¿Se los llevó la corriente aguas abajo y están ahora en la presa El Molinito? ¿Están contaminando los mantos freáticos de los pozos de donde se extrae el líquido que abastece la capital, Hermosillo?

El problema de salud de los pobladores derivado del derrame es una preocupación constante entre éstos. Según los estudios hechos por las autoridades, el número de afectados es muy bajo, y la proporción de casos acreditados con enfermedades resultado directo del derrame es realmente marginal (aprox. 300 casos). Sin embargo, y según se dijo en la reunión, los estudios hechos por las instancias de salud del gobierno no son suficientes, pues los metales pesados se “guardan” o “esconden” en partes del cuerpo que no son sensibles a los estudios. Es decir, éstos no registran con veracidad la presencia de los metales, que al cabo de los años pueden terminar con la vida de las personas. Unos estudios más a fondo es algo que las autoridades han rechazado realizar la mayoría de los casos, argumentando que no hay necesidad.

El segundo objetivo fue dar a conocer es estado de cosas de la batalla legal que Proyecto Poder y los Comités de Cuenca llevan a cabo.

Ya te dí dinero, ahora arréglatelas como puedas

El tercer objetivo era que los pobladores compartieran de viva voz sus propias experiencias y sobre todo, que platicaran entre ellos para generar un encuentro y una empatía que ayudara a la mejor organización de un frente común de todos los pobladores del río.

20160709_164428

En estas participaciones salieron a relucir otros tantos datos interesantes que demuestran la poca o nula importancia que el gobierno le otorga a este caso. Aunque se ha declarado que Grupo México ha cumplido con su parte al transferir dos mil millones de pesos al Fideicomiso Río Sonora, la realidad es que los beneficios de este monto se han visto muy poco en la mayoría de las veces:

La Unidad de Vigilancia Epidemiológica y Ambiental es un proyecto cuya construcción se sigue retrasando. Este inmueble sería el hospital especializado para la detección y tratamiento de cualquier padecimiento generado por los contaminantes contenidos en el derrame. Su construcción sigue paralizada por “problemas internos en Grupo México”, según declaraciones. Además, algunos pobladores han cuestionado su ubicación, pues estaría muy cerca de la laguna de oxidación del poblado de Ures, y muy cercana también a los linderos del Río, ese mismo que se contaminó hace dos años. El módulo que se instaló de manera provisional en el pueblo está cerrado desde el pasado 30 de junio, dejando a la deriva a 360 vecinos del río Sonora, quienes padecen enfermedades de la piel, oftalmológicas, neurológicas, gastrointestinales y cardiovasculares, entre otras, poniendo abiertamente en riesgo la salud de 99 niños y 67 ancianos.

Las 28 potabilizadoras prometidas también siguen ausentes. Se construyó la primera en Bacanuchi y se inauguró con bombo y platillo. Fueron varias autoridades de diversos niveles de gobierno a tomarse la foto. Después de unas semanas, las bombas dejaron de funcionar: no se había pagado el recibo de la corriente eléctrica. Y así duró meses. No fue sino hasta hace unas tres semanas que volvió a la vida, pero funciona a medias, si no hay corriente y se le acaba el diesel, se para.

El reparto de dinero a los productores, ganaderos y ejidatarios se llevó a cabo, a decir de muchos, de una manera muy poco honesta. Si bien es cierto que el Comité Técnico del Fideicomiso realizó un censo en el que estuvieron involucrados los alcaldes de cada poblado y que se repartieron varios millones según las pérdidas calculadas para cada afectado, los casos de corrupción estuvieron a la orden del día: personas que no tenían actividad comercial, personas que ni siquiera vivían en los poblados, personas parientes de, amigos de, entraron en las listas y recibieron sendas cantidades de dinero. Algunos más de una vez. Por el contrario, muchos de los verdaderamente afectados recibieron, si bien les iba, unos cuantos miles.

Por si fuera poco, más de una vez se mencionó que la mina Buenavista está en expansión. De unos meses acá se ha desplazado a ejidatarios de Bacanuchi, pues se ha construido una nueva presa de jales, además de las existentes, y que según la opinión de muchos expertos son un peligro latente para toda la región.

La palabra unidad fue una de las más recurrentes en la reunión. Aunque es la primera vez que más de dos organizaciones civiles convocan a una reunión con estas características, también es cierto que los pobladores de los pueblos son miles: unas decenas de personas no pueden ser representativas. Falta una mayor participación, una mayor conciencia. De lo contrario, como dijo alguna de los presentes: dentro de tres o cinco años, cuando empiecen a sentir como se deteriora su salud directamente como consecuencia del derrame es cuando se van a empezar a movilizarse. Quizá para entonces ya sea demasiado tarde.

20160709_121745

Redacción/Libera Radio.