#DíasdelFuturoPasado Volumen Trece

“La ciencia nos lleva advirtiendo desde hace treinta años: estamos llevando al planeta a una espiral destructiva”.

Grail Bradbook

Es muy claro que el movimiento ecologista en el mundo ha caído en un impasse desde hace algunos años, del cual el modelo de producción-consumo se ha aprovechado para ir construyendo una serie de trampas a las cuales nos hemos ido acercando peligrosamente sin la menor resistencia.

La que mejor les ha funcionado en los últimos años, es la que se refiere al plástico. Grandes cantidades de dinero se mueven a ONGs transnacionales, y algunas ONGs pequeñas que reciben –como siempre- lo que escurre de las grandes para “concientizar” con respecto al uso del plástico.

Foto: diariodemorelos.com

Pero ocurre que ni las trasnacionales, ni las locales/nacionales cuestionan realmente el modelo, mucho menos cuestionan el capitalismo y su idea de crecimiento ilimitado; a lo mucho buscan incidir en modificar la producción para así reducir o dejar de usar plásticos sin un cambio en el consumo con lo que se mantiene la filosofía actual del “consume hasta morir”, ahora aderezado con la prohibición de los plásticos. Ya vemos que en muchos países –incluido México– se cabildea para la prohibición de bolsas de supermercado, popotes, vasos desechables, unicel entre otros demonios que ponen en el consumidor, es decir en la ciudadanía, la mayor responsabilidad, con muy poca o nula responsabilidad al modelo.

Claro que se habla de esto en los reportes e informes que las redes internacionales (formadas por las ONGs grandes y las pequeñas), se cuestiona, se pide la reducción del consumo, incluso las más “radicales” exigen a las marcas (si a las marcas, no a los gobiernos) que asuman su responsabilidad con su forma de producción. Pero esto solo queda como una lista de buenos deseos, porque es difícil que vaya a pasar algo si se exige sin el cabildeo necesario que logre modificar las formas de producción. Lo mismo sucede con el boicot a las marcas. Son soluciones que para satisfacer el ego personal y nada más. Estas soluciones propuestas por investigadores, ONGs y/o legisladores son placebos para ocultar la realidad.

La realidad es que estamos ante una situación sin precedentes en toda la historia de la humanidad. Más del 60 por ciento de los vertebrados están en peligro (o van) de desaparecer para mediados de siglo. La sexta gran extinción (en la quinta perdimos a los grandes mamíferos) está a la vuelta de la esquina. La inestabilidad climática ha roto con la historia del planeta como nunca. Este año tuvimos inviernos de menos 45 grados en el cono norte y veranos de más de 50 grados en el cono sur. Se espera una situación similar, pero a la inversa en este verano-invierno. Esto se da con todas las consecuencias socio-ambientales que trae consigo que van desde la pérdida de ecosistemas hasta el desplazamiento de miles de personas y animales.

La nueva modalidad del capitalismo que se pinta de verde y sustentable se ha ido apoderando de muchos espacios de lucha y ante el impasse de gran parte del movimiento ecologista, donde muchas veces esto resulta en una complicidad de las ONGs, tienen secuestrado los espacios de resistencia y han incluido en la obsolescencia percibida el “ser verde”, ecofriendly y desde donde se tienen que cumplir ciertas reglas para serlo, de no hacerlo serás criticado, señalado, estigmatizado, eso sí, esto no cuestiona los problemas o las causas de raíz.

La pérdida de biodiversidad, el cambio climático, la contaminación de los océanos se resuelven siendo “ecofriendly” aunque para eso necesites estar en una posición privilegiada, tener una solvencia económica, ser verde cuesta, pero es un sacrificio por el planeta que lo vale, dirían aquellos que creen que comprar en mercados certificados como orgánicos, andar en bicicleta, no tener hijos los convierte en seres superiores, iluminados que están salvando al planeta. Nada más falso, a lo mucho son cómplices del modelo de producción-consumo y sus nuevas trampas que va preparando para la entrada del neo-feudalismo, sus muros, sus ciudades definidas para ricos y sus sirvientes y por fuera las marginadas, las que no tienen derechos.

El problema de raíz es el modelo, el plástico es un síntoma.

Hemos llegado al punto del NO retorno. La ciencia no se equivoca, aunque el sistema lo pretenda ocultar. Lo que se viene con el cambio climático –como la causa-consecuencia más obvia del colapso- no se puede revertir y menos desde la lógica del consume hasta morir que es catastrófica para los más vulnerables, tanto para los seres humanos como para la naturaleza misma. Solo queda adaptarnos a las nuevas condiciones tanto geográficas como geopolíticas.

Sin embargo, no tiene caso quedarnos en el alarmismo que no permita movilizarnos; al contrario, el modelo de producción-consumo nunca se había visto en un riesgo como el que hoy se presenta, es por eso que es el momento de la rebelión, las acciones de desobediencia cobran mayor fuerza, es justo ahora que no podemos seguir ocultando verdades por más incomodas que sean, no podemos quedarnos estáticos sin hacer nada. Es simple: estamos ante la extinción y no queda más salida que la rebelión.

Ex – Distrito Federal, abril del 2019

Por: Jorge Tadeo Vargas, director de LIDECS.

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