Dame una mano, dame la otra,
dame un besito que sea de tu boca.

Siempre acompañada aunque nadie viva con ella. La algarabía de los juegos del preescolar ubicado justo frente a su casa da alegría a sus mañanas.

También pasan los niños y las niñas rumbo a la primaria cercana. 70 años y sigue cantando. Le recuerdan su infancia y la amistad de paleta de hielo y juegos de pelota en el recreo.

La amistad nos elige, dice. Por eso cuando estamos viejos tenemos pocos amigos.

¿Cómo nos escoge la amistad, Doña Rita? – pregunto

Es complicado. Desde que somos chiquitos nos pone pruebas, y las vamos pasando o no. Tú crees que escogiste a tus amigos, pero no. Es la vida la que elige.

¿Y el amor?

¡Ah! Allí es diferente el amor está en todos, pero lo escondemos.

¿Dónde aprendió estas cosas, Doña Rita?

Ay mijita, viviendo tantos años. Aprendiendo a reír aunque me ahoguen las desgracias, si no, no habría sobrevivido tanta tragedia.

Doña Rita es viuda, madre de dos mujeres y un hombre. A veces no sabe si podrá pagar el recibo del agua o el de la luz.
Se dice sana porque no es envidiosa. Asegura que la amistad es más que amor. Puede surgir en forma espontánea, o tardar años en manifestarse. Hay quienes le dan distintos grados de importancia, dependiendo del entorno en que surge la relación. Para disfrutar de una agradable y duradera amistad se requiere blindarla con cariño, buena voluntad, armonía y “mucho aguante” dice.

Se han realizado experimentos para entender la relación entre salud y amor, de los que se desprende que cuando las personas enferman y tienen a alguien que se preocupe por ellas, la recuperación es más rápida que la de alguien que está en soledad. Con el amor la calidad de vida es mejor, la gente feliz se enferma menos.

Los sentimientos negativos se neutralizan con emociones positivas, como la amistad legítima. Nuestro organismo funciona mejor si contamos con buenas amistades. Los problemas y la soledad nos inclinan a la tristeza y depresión. El apoyo de los demás aligera los problemas y prolonga la vida.

Le pregunto a Doña Rita: Y con las noticias que nos hablan de sicarios y delincuentes, que parecieran no saber que es el cariño al prójimo, ¿Ha cambiando su idea del amor y la amistad?

El amor, mi esposo me lo daba. Con un beso cada mañana lo veía irse a trabajar. Un día no volvió. Lo mataron. Sin deberla ni temerla. Unos cholos lo asaltaron, no traía más que lo del ruletero. Nadie explicó, y nadie se disculpó, ni ayudaron con los gastos del funeral, y yo sola. Gracias a mis vecinas y a mi hija lo sepultamos humildemente. Esos que matan son gente necesitada de los demás. Buscan reconocimiento pero de mala manera. Si hubiera más sonrisas, más gestos cariñosos, habría menos delincuentes. Pero es difícil que cuando pasa algo como lo de mi esposo te den ganas de dar afecto.

Oyendo a esta mujer es inevitable meditar en el valor insospechado de un abrazo. Consuela y alivia más que una sesión terapéutica. Pero miles de barreras y prejuicios nos evitan compartirlo.

Hay certeza en las palabras de Doña Rita. La soledad nos vuelve personas incompletas. El afecto es fundamental en nuestra personalidad. Saber darlo y recibirlo es un aprendizaje de todos los días.

Esta mujer es ejemplo de fortaleza. Se preocupa por la hija que se amargó con la manera en que murió el padre. Aunque ella, seguirá honrando la memoria de su viejito, sonriendo y ayudando a quien toque su puerta.

Los buenos pensamientos se escurren como agua entre las manos. Cada vez parece más difícil sonreír espontáneamente, saludar con un apretón de manos o brindar un cálido abrazo.

La figura de Doña Rita nos plantea de nuevo la necesidad de recuperar el camino de las relaciones solidarias. Esa solidaridad que ella observa en las amistades, la misma que ve a diario en los juegos sin malicia y sonrisas sencillas de los niños que pasan por su casa.

Hay momentos y fechas que me hacen recordar las palabras sencillas de esta mujer. Antes de que se estableciera el Día del Pensamiento Positivo (13 de septiembre), ella lo conmemoraba sin saberlo, pues lo practica de manera espontanea.

Por qué no creer que pensar positivamente nos alivia. Si los pensamientos ayudan a cambiar el mundo generando ideas que logran acciones; muchos pensamientos positivos nos llenaran de buenas ideas y lograremos acciones concretas que inicien cambios.

Entonces, por qué no darle cabina a la esperanza contenida en los pensamientos positivos, el saludo espontáneo, la sonrisa diaria, el altruismo constante, la solidaridad siempre.

¡Por qué no?

@SylviaT sylvia283@hotmail.com