Entre nostalgia, gritos y lágrimas Paul McCartney extasió al Estadio Azteca

Por María Montijo

La historia se repite: Paul McCartney volvió a la Ciudad de México para recordarles a grandes y pequeños por qué es uno de los artistas más emblemáticos, influyentes e importantes en la historia de la música popular.

El 28 de octubre a las 21:30 horas, el Estadio Azteca se llenó hasta abarrotarse. Miles de luces se veían desde lo alto de las gradas, el palco, inclusive la cancha. Todos los fanáticos permanecían atentos a que el ex Beatle saliera a cantar.

Y lo hizo… en ese momento se sintió como si la beatlemanía resurgiera por arte de magia. Las pieles se enchinaron y rodaron algunas lágrimas. El canto al unísono de A Hard Day’s Night, de Los Beatles, fue natural, auténtico y enérgico.

El artista demostró, una vez más, por qué es amado por los mexicanos: su carisma inigualable de un abuelito de 75 años que bromea de forma constante, conjugado con el enorme talento musical que lo ha caracterizado desde siempre.

Así como por su mensaje solidario de “Fuerza México” con el pueblo, tras el sismo del pasado 19 de septiembre, que causó decenas de muertes, así como daños materiales irreparables.

Cualquier interacción de McCartney con el público era pretexto perfecto para hacer gritar a los aficionados, por ejemplo, cuando habló un poco español “achilangado” para comunicarse, lo cual ocasionaba ovaciones y aplausos por segundos.

Como cuando dedicó Here Today, canción que compuso a John Lennon, su ex compañero de grupo y amigo asesinado en 1980, a quien llamó “mi carnal”, situación que causó un estallido inminente descomunal de la audiencia.

George Harrison también fue recordado por Paul, quien por minutos acompañado solo con su voz y un ukele, entonó Something, uno de los temas más románticos y populares del cuarteto de Liverpool.

El espíritu musical de Los Beatles de los años sesenta, su época de mero apogeo, reapareció por unas horas con McCartney al interpretar grandes éxitos como Can’t Buy Me Love, I’ve Got A Feeling, We Can Work It Out y You Won’t See Me.

Además, uno de los momentos más sensacionales de la noche y gira mundial One on One, fue cuando el músico inglés caminó al piano para tocar de forma seguida tres fantásticos e icónicos temas.

El primero de ellos Let It Be, el cual mantuvo a la multitud atenta y cantando a todo pulmón, la que para muchos es la canción más representativa de Los Beatles, escrita por Paul McCartney para su madre que falleció de cáncer.

Segundos antes de finalizar tan hermosa, significativa y conocida melodía, se escucharon gritos por doquier, así como aplausos que parecían uno solo, en un Estadio Azteca lleno de luces de celulares, enfocados en esta majestuosa canción.

Después, Live And Let Die, de The Wings, la agrupación que formó McCartney tras la disolución de The Beatles, fue interpretada de una manera muy característica, acompañada de fuegos artificiales que salían de diversas partes del escenario.

Al término de esta melodía comenzó la canción más esperada por la mayoría: Hey Jude, y bastaron solo pocos segundos para que la gente reaccionara casi de inmediato, a los acordes de piano que daban paso a la inmaculada pieza entonada por miles de apasionadas voces, sobre todo en el coro “na, nana, nara nana”.

En total fueron 39 canciones de The Beatles, The Wings y su carrera en solitario que tocó Paul para un público por demás emocionado y extasiado de manera inverosímil, al tener frente a ellos a una leyenda musical que continuará vigente hasta la muerte.