Todas hemos escuchado muchas  veces  la  palabra ¡felicidades! cuando es nuestro cumpleaños  o en alguna celebración, pero  también  lo hemos escuchado el Día  Internacional de la Mujer, cuyo objetivo no es felicitarnos por lo que somos. Aquí la palabra resulta estar fuera de contexto, pues es un día en la historia del mundo en el que debemos recordar a tantas mujeres que dieron hasta la vida luchando por los derechos que ahora gozamos.

Tan solo con recordar a las mujeres que murieron en la fábrica de Nueva York, debe quedarnos en claro que no es un día para felicitar, sino para que todos reflexionemos y continuemos en la lucha por el ejercicio pleno de derechos básicos.

Todas y todos tenemos por lo menos tenemos una mujer en casa o conocemos a una que le agradecemos lo que hoy somos y lo que nos falta por aprender. Aún así faltan leyes que permitan nuestro desarrollo y equidad en diversos campos.  

Actualmente es preocupante ver y analizar las declaraciones de algunas senadoras y diputadas, que perteneciendo a supuestas corrientes progresistas mantienen ideas conservadoras y  pareciera que en lugar de avanzar vamos en reversa, es algo que nos debe indignar, por ejemplo, la ley que se aprobó  esta semana en Monterrey.

Estamos  en el 2019, parece increíble o una burla hacia todo lo que se ha luchado, así que hago una pregunta: ¿Todavía se puede pensar que en este día cabe una felicitación cuya palabra implica felicidad y hay muchos motivos que nos llenan de alegría? No, para nada, este día hay que agradecer, reconocer y recordar con respeto y admiración a muchas mujeres que iniciaron todo un movimiento por el reconocimiento de derechos plenos para todas las mujeres.

Por eso les recuerdo, no, nos felicites este 8 de Marzo, si no luchas con nosotras por lo menos muestra un poco de respeto a las mujeres de tu entorno, si tu educación y conciencia te lo permiten recuerda que se puede comenzar promoviendo la cultura de la Paz y sumándote a las voces que pedimos no más mujeres muertas por el sólo hecho de ser mujeres, no más desaparecidas, no más desigualdad.

Por: Jenny Yáñez Rodríguez