Ayer reporteros del New York Times revelaron que en la papelería legal que se lleva en el arranque del juicio contra García Luna, se establece que el acusado está negociando para declararse culpable y apelar a una sentencia menor. Esto es algo muy común en el sistema de justicia norteamericano, donde muy pocos casos acaban en juicio abierto con todo y jurado, como sucedió con el Chapo. Obviamente, en esta negociación que encabezan las fiscalías estadounidenses con los acusados está de por medio entregar evidencias y testimonios contra peces más gordos que buscaría el gobierno de EU perseguir y procesar, como fue precisamente El Chapo, sobre quienes muchos capos testificaron en contra de él en calidad de testigos protegidos precisamente para refundirlo en una prisión supermax en Colorado. En este tenor, la negociación de García Luna con la fiscalía estadounidense pasa por entregar a dos grandes trofeos que le urgen a Trump para poder reelegirse, y más después de la crisis de Irán y el impeachment. De entrada, García Luna sería el testigo clave para procesar a Obama, Hillary Clinton, Eric Holder y otros exfuncionarios de su administración por el fallido operativo de Rápidos y Furiosos, que llevó a que el gobierno estadounidense se convirtiera en un traficante de facto de armas. El otro pez gordo que entregaría García Luna sería, obviamente, Felipe Calderón, declarando contra el expresidente y entregando evidencias de cómo se coludió con El Chapo en su sexenio. Qué trofeo electoral para Trump que la justicia estadounidense persiga y encierre al primer expresidente mexicano de los últimos 100 años, cómplice del que fue el más importante narcotraficante del mundo. Así, como lo adelantó AMLO, García Luna se apresta a definir las condiciones para declararse culpable y buscar una reducción de condena, para que salga libre en 10 años, con su fortuna intocada pero eso sí, con Obama y Calderón en una prisión súpermax como en la que tienen encerrado al Chapo.

Columna de Ignacio Rodríguez para TabascoHoy
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