En el 2015 murieron alrededor de nueve millones de personas en el mundo, donde la causa es o está relacionada con alguna exposición toxica ya sea por agua, aire o tierra. Esta exposición puede ser por medio de la ingesta o por la sola presencia de contaminantes. El costo de estas muertes asciende a 4,6 billones de dólares; lo que equivale a 6, 2 por ciento de la economía global. Esto pone a la contaminación ambiental como la principal causa de muertes en el mundo, mucho más que pandemias virales o bacterianas, las guerras, el hambre, o cualquier acto de violencia.

Estos datos tan contundentes fueron revisados y publicados entre otros por el epidemiólogo Philip Landriga, director de salud global en la Escuela Icahn de Medicina en Mount Sinaí, Nueva York, en la revista médica The Lancet. Entre lo destacado del texto del Dr. Landriga es que el 92 por ciento de las muertes ocurren en países en vías de desarrollo, lo cual es una forma políticamente correcta de decir que ocurren en el Sur Global y estas son producidas por el modelo extractivo; aunque esto si lo menciona en el texto.

Asia y África son los países que más muertos ponen en este conteo con alrededor de cinco millones; el resto se reparte entre Latinoamérica y algunos países del Norte Global. Este estudio es el primero estudio que intenta recabar datos e información sobre enfermedades y  muertes por contaminación manejando dos factores: el conteo geográfico de estas consecuencias, así como los costos económicos de los mismos. Aseguran que una vez que se tengan nuevos métodos y marcos teóricos para la investigación los números pueden aumentar.

Los factores que menciona el estudio como detonantes de la contaminación y sus consecuencias son la pobreza, gobiernos con políticas y regulaciones muy laxa y la corrupción como factores sociales. El otro factor importante que mencionan los autores es que la población no siempre percibe los síntomas de la contaminación ambiental, ya sea por falta de información, porque esta ocurre a mediano o largo plazo y se van “acostumbrando” o simplemente al ser dispersa no asocian sus enfermedades y muertes con esta causa.

Lo interesante de este estudio es, como bien lo mencionan sus autores, ser de los primeros que se hacen relacionando contaminación-enfermedades/muertes-industria extractiva para tener información científica seria de las causas, consecuencias y culpables.

Esta información es clara; lo que estamos haciendo, el modelo de producción-consumo no solo tiene en jaque a la naturaleza sino tienen en jaque a la civilización entera y desde aquí podemos partir hacia un análisis mucho más amplio sobre lo que no se dice en el estudio pero que de cierta manera queda implícito.

Primero: existe una relación directa entre la industria extractiva, la privatización de los bienes comunes y la pobreza que conlleva enfermedades y muertes en las zonas más vulnerables del Sur Global. Esto sin contar las medidas que usan las empresas transnacionales para entrar a los territorios dentro del sur que son ya de por sí criminales, violentan los Derechos Humanos y en muchas ocasiones dejan presos, desplazados y muertes.

Los otros afluentes perversos son la falta de regulación por parte de los gobiernos cómplices, la corrupción y la cadena lineal de producción que va generando residuos tóxicos en todos sus eslabones contribuyen al deterioro ambiental que da como resultado desplazados socio-ambientales, enfermedades y más muertes.

Segundo: las empresas extractivas que tienen su cuartel general en países del Norte Global manejan un doble discurso, característica del capitalismo y sus representantes. Por un lado manejan el discurso de economía verde,  desarrollo sustentable, responsabilidad empresarial; todo desde un discurso vacío, ficticio.

Por otro lado, dentro de la realidad que viven las comunidades afectadas por la industria extractiva y el modelo de producción-consumo, los impactos en la salud ambiental y humana se perciben desde hace años y estos van en aumento conforme el modelo se posiciona en su hegemonía. A pesar de su discurso vacío, en la realidad no solo nos estamos acabando los bienes comunes que son finitos; sino que estas empresas están acabando con la salud humana.

Hace años una organización en la que colabore tenía como lema la frase: “información para la acción”. Los datos de este estudio, aunque se pueden mejorar, es importante que se retomen con más detalle, como por ejemplo desde una perspectiva de género, etnias, tipo de industria, etc. Sin embargo, con la información que se ha recabado es claro que la era antropocénica está llegando a su fin y esto va generando un colapso civilizatorio del cual no podremos salir de continuar con este modelo de producción-consumo lineal, extractivo y privatizador.

Por: Jorge Tadeo Vargas J.

@primaindie