El martes 05 de Julio, dos jóvenes asaltaron a un cobrador antes de que éste pudiera abordar su motocicleta. El joven Marco Antonio Navarro Pérez fue herido gravemente por arma punzocortante, desvaneciéndose antes de poder pedir auxilio sobre la calle Mariano Jiménez, entre López del Castillo y Olivares. El padre de un niño de 4 años murió desangrado sobre la banqueta, antes de que llegaran los paramédicos.

A raíz de esta muerte que puso en evidencia lo crítico de la situación, los vecinos de la zona se han empezado a organizar y han hecho reuniones cada semana en un patio a unos cuantos metros de donde ocurrió el asalto.

“Es asunto federal”

20160726_200540Los Jardines se llama la colonia, pero sus vecinos la han renombrado “los charquines”, por la falta de un buen desagüe pluvial de las calles, aunado a los incontables baches (hoyos en el asfalto) que las lluvias de temporada dejan año con año.

Sin embargo el problema de la lluvia es el menor a últimas fechas. Es la inseguridad que se vive en sus calles lo que más alarma a la población de esta colonia ubicada al norte de la ciudad de Hermosillo. Los puntos de venta de droga, de reunión de jóvenes para drogarse y los asaltos a mano armada han sido el pan de cada día desde hace tiempo, pero que se ha venido acentuando los últimos meses.

“Llevamos tres reuniones con esta a la que hemos invitado a la autoridad municipal, a ver si viene. Lo que buscamos es que nos digan exactamente qué podemos hacer para frenar la delincuencia, queremos hablar con las autoridades para que ellas se comprometan a hacer su trabajo y también ver qué podemos hacer nosotros como ciudadanos” dice Ricardo, joven que invita a sus vecinos casa por casa.

Se acercan no más de 30 personas, aunque según nos dicen han ido más las veces anteriores. Por parte de la autoridad llegan los encargados de zona de la Policía Preventiva y Tránsito Municipal. Llegan repartiendo folletos con información de “Policía de Proximidad”, programa de ésta administración municipal que busca dejar atrás la mala imagen que tiene la policía entre los ciudadanos. El folleto contiene las faltas más comunes al bando de policía y buen gobierno, a la propiedad, medidas de prevención, seguridad y los teléfonos del directorio de Seguridad Pública. Ningún representante del Ayuntamiento se hizo presente, aunque se les hizo la cordial invitación.

20160726_203335Los uniformados inician intentando dar una explicación de su nuevo papel y su funcionamiento dentro de las estructuras de combate al delito y de las novedades del Sistema de Justicia Penal, que tanta crítica ha generado en la población hermosillense. Los presentes, sobre todo señoras adultas interrumpen una y otra vez: “queremos que nos escuchen y ver qué vamos a hacer para remediar las cosas realmente, todo eso que ustedes dicen suena bien, pero en los hechos es otra cosa”.

La desconfianza de la población con la autoridad uniformada no es gratis: a decir de las propias vecinas, es común ver las patrullas de la Policía Estatal Investigadora (PEI) y de la misma Municipal cerca de los sitios donde se vende droga, charlar con algunos jóvenes, irse. Volver otro día, misma hora, mismo modus. Cualquiera desconfía si es de todos conocidos los puntos de venta de droga, los vendedores, los asaltantes, y la autoridad pasa entre ellos como si nada.

Varias señoras se arrebatan el uso de la voz, se adivina el enojo, todas quiere decirle a la autoridad que se deje de rollo, que haga su trabajo, que diga los cómos claramente. El policía interlocutor se impacienta un poco, toma aire, empieza de nuevo su discurso ensayado.

“El asunto de ventas de drogas es cosa federal, es delito federal”, argumentan los policías. “No podemos hacer nada”.

La pasarela del Cereso

El Sistema de Justicia Penal Acusatorio, entrado en vigor hace apenas unos meses, ha generado desconocimiento y molestia. En particular, el hecho de que tengan que sorprender al delincuente en flagrancia para poder llevarle un proceso genera enojo, pues en los otros casos, que son la mayoría, al delincuente se le deja ir minutos después aunque haya evidencia que lo incrimine.

Este enojo ha llevado a linchamientos en la ciudad, a ejercer la justicia por mano propia, lo que resulta en delitos mayores pues se ha lastimado la integridad física de los asaltantes. El nuevo sistema trata de contrarrestar las detenciones arbitrarias que se efectuaban antes y que lesionaban los derechos humanos de la población. Ahora que la policía está “atada de manos”, la delincuencia hace lo quiere, a decir de la gente.

“Nos tenemos que acostumbrar a la nueva situación” dice el policía. “No nos vamos a acostumbrar a que nos maten”, revira Ricardo.

Son por lo menos dos los obstáculos para que este nuevo sistema funcione: los policías no tienen la capacitación, en buena parte de las veces, para sacar provecho de las nuevas atribuciones de investigación que les da el sistema. Usar a fondo el “Informe Policial Homologado“, recibir de forma eficiente las denuncias, hacer trabajo de investigación que soporte una aprehensión redundaría en que el Juez retenga a muchos de los infractores y decida llevarles proceso. No mencionamos, por ser evidente, la necesidad de una absoluta honestidad en los cuerpos policíacos. Buen reto.

20160726_194829El otro gran escollo es que la población no tiene la costumbre de poner denuncias ante un robo o un asalto, y menos con nombre y apellido, muchas veces por miedo a represalias. Y si un delincuente detenido no tiene denuncias que generen una orden del Juez, se dejará en libertad.

Así las cosas, en donde las inercias de años siguen vigentes y hay un nuevo sistema que no acaba de funcionar a fondo, la delincuencia está en situación de “ventaja” y los vecinos de las colonias se sienten absolutamente vulnerables, aún más que antes.

“No tenemos nadie que nos defienda, que nos represente, estamos fregados de todo a todo” dice un señor de pelo cano, lentes, abochornado por el calor de julio, hace aspavientos con las manos. “Si no nos asaltan en la calle, nos roban en las casas, las calles están llenas de hoyos, si no llueve se levanta un polvo terrible por las tardes. Estamos en el abandono de las autoridades”.

“Por aquí pasan cualquier cantidad de muchachos delincuentes. Aquí enseguida, la casa de al lado, es tiradero de droga, todo mundo lo sabe. Es un desfile todas las noches, haz de cuenta la pasarela del Cereso, todos los que salen de allá llegan aquí por su ración, y nos dicen que no pueden hacer nada. No es justo”, continúa.

“No lo querían matar”

“Hace unas semanas pusimos una manta en un caserón donde se veía de todo, también muchachas muy jóvenes, creo, en prostitución, muy triste. Pusimos la manta y ya cerraron la casa, ojalá así siga” dice otra de las señoras.

IMG-20160726-WA0009“Yo me encontré al Siete una noche, el muchacho que mató al cobrador, estuvo a punto de sacar el alfiler cuando me reconoció. Me hizo alguna pregunta, para despistar, con algo de vergüenza. Lo que pasa es que se la llevan drogados, no reconocen ni saben lo que hacen. Le dicen el Siete, también el Peque, todo mundo aquí sabe que fue él quién mató al cobrador, ahora anda escondido”.

Según testimonios, el joven asesinado se desangró poco a poco, intentando pedir auxilio. Sus atacantes volvieron junto a él antes de que llegaran los paramédicos. “Se mecían los cabellos de desesperación, creo que no lo querían matar, nomás herirlo para poder robarle, pero con la droga encima no miden lo que hacen”.

La reunión termina con la lectura de algunos artículos, como parte de la información que los vecinos también desean tener. “Vamos a seguir reuniéndonos, vamos a seguir en nuestra demanda, no podemos permitir que las cosas sigan igual”.

Redacción/Libera Radio.