Filósofo Platón

Por: Isabel Dorado Auz.

Hacer política es una “actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo” según la Real Academia Española. Es decir, no es necesario pertenecer a un partido político para ejercer dignamente nuestra actividad política.

En los últimos años, cientos de organizaciones sociales han hecho Política permanentemente y, por ello, se les acusa de politizar ciertos conflictos sociales, como estrategia mediática del poder político, para desacreditar la noble función de esas organizaciones sociales. Enfrentar ese señalamiento, asumiendo como válido nuestro quehacer político, es diferenciar entre “politización” y “partidización”. En el primer caso, se abre una puerta a la política para resolver cualquier problemática social; en el segundo caso, los partidos buscan “resolver” un conflicto para allegarse votos en la futura contienda electoral. Por eso, podemos afirmar que en los últimos años se ha partidizado la toma de decisiones y no, como debiera ser, politizado.

Ante esta situación, es importante que retomemos el valor de la Política y que seamos los ciudadanos quienes ejerzamos ese derecho, sin importar que los “políticos” de los partidos sigan pensando en sus cosechas electorales. Debemos, en consecuencia, también estar alertas y evitar que “políticos” desacreditados socialmente, aprovechen sus puestos para vaciar las arcas municipales, como lo pretende el Maloro a través del proceso de privatización, llamado concesión, que traerá como resultado el hipotecar las finanzas municipales por al menos 15 años.

Alumbrado Público

De hecho, los priistas están viendo un futuro muy desolador para las próximas pizcas electorales y, pareciera, están empeñados en “aprovechar” al máximo su estancia en el poder político, para privatizar lo poco que queda en sus manos, así sean los servicios públicos que, constitucionalmente, están obligados a brindar a los ciudadanos a los que supuestamente representan. Claro está, en el caso de la Concesión del Servicio de Alumbrado Público, hay de todo menos transparencia. No sabemos, por ejemplo, quienes son los propietarios verdaderos de la empresa que ganó la licitación y que intereses los unen a la actual administración. Es fácil suponer, que de no haber compromisos que cumplir con quienes financiaron la campaña del Maloro, no habría razones para tratar de aprobar la Concesión de manera tan atropellada.

No podemos ignorar el hecho de que el alumbrado público es un servicio que en realidad no brinda el ayuntamiento, dado que se paga con el impuesto que nos cobran a través del recibo de energía eléctrica. Esto es, el ayuntamiento no destina un solo peso de nuestros impuestos tradicionales para brindarnos ese servicio público. Por el contrario, con el DAP que pagamos en cada recibo de luz, alcanza para pagarle a la CFE el gasto de energía eléctrica y todavía queda un excedente, que nadie nos ha dicho que se hace con él. Por eso, pretender que ahora nosotros nos hagamos responsables de llenarle los bolsillos a unos cuantos empresarios oportunistas a través de la Concesión, significa que luego nos inventarán un impuesto para que nos hagamos responsables del pago del servicio de recolección de basura y luego algún vivales le concesionará dicho servicio a otra empresa que se enriquecerá esquilmando nuestros bolsillos.

Maloro Acosta

Que quede claro, el Maloro no es político, es un simple arribista que logró llegar a la alcaldía, apadrinado por alguien que ahora le está cobrando el favor. No debe sorprendernos, entonces, que no sirvan los argumentos, por muy sólidos que se vean, para convencer a un personaje que no tiene voluntad propia y está rodeado de regidores que también le deben favores a otros padrinazgos. Estamos, pues, enfrentando a una serie de delincuentes de cuello blanco y para detenerlos debemos ejercer nuestro derecho a hacer Política.
No nos desentendamos, pues, si no queremos seguir siendo gobernados por los peores hombres, tal y como lo dijo Platón hace más de dos mil años.