Claudia Pavlovich y Manlio Fabio Beltrones Rivera. Foto: zetatijuana.com


De mi honestidad, de mi transparencia y de mi trabajo nadie puede dudar…” espetó la gobernadora Claudia Pavlovich en días pasados en el evento donde tomó protesta el nuevo presidente del PRI estatal, Ernesto De Lucas.

Días anteriores el empresario priista, insignia del poder fáctico en Sonora, Ricardo Mazón, declaró innecesariamente ante un grupo de periodistas que: “Deberían conocer a la gobernadora antes de asegurar que alguien más manda. Es ella quién toma las decisiones por Sonora. Es evidente que viene una estrategia mediática para tratar de reposicionar la imagen de la gobernadora Pavlovich, intentando crear la percepción de una gobernante con temple, con capacidad, trabajadora, honesta, pero sobretodo que, es ella quien gobierna, justo todo lo contrario de lo que la vox populi opina.

Sonora se encuentra en uno de sus peores momentos por lo menos en lo que va de esta joven etapa del siglo XXI, con mucha semejanza en la grisura del gobierno de López Nogales (1997- 2003). El crecimiento económico en el estado se ha desplomado. El 2018 no alcanzó siquiera el 1%. De haber obtenido un crecimiento mediocre de 2.6% en el segundo trimestre 2017, para el tercer trimestre cayó a un decrecimiento del -1.2%, es decir, tuvo un desplome del -3.8%. (Fuente: Observatorio ciudadano de convivencia y seguridad del estado de Sonora, con datos extraídos de México ¿Cómo Vamos?).

En ese período, los tres sectores productivos dependientes de capitales extranjeros en los que seguimos anclados como ejes pilares que sustentan la economía sonorense, tuvieron una caída provocada por factores internacionales. En la industria manufacturera automotriz la planta Ford recortó un turno porque se vino abajo la venta en EEUU el modelo Fusion que, se ensambla en Hermosillo. En el sector agropecuario el incremento en la producción de hortalizas de California y Florida, frenaron la exportación de los campos agrícolas sonorenses. La minería que está ligada al crecimiento de China y al disminuir los niveles de producción y crecimiento de ese país, desaceleró el crecimiento de esta industria extractiva.

Esta estrepitosa caída en la economía también está ligada a la incapacidad y al vacío de ideas para diversificar las actividades económicas, el proyecto de la mega región evidencia esa ausencia visionaria y la conceptualización de que somos un estado maquilador, con oferta de mano de obra barata sin generación de empleos de calidad ni desarrollo tecnológico propio.

Es evidente la urgencia de cambiar el modelo en la promoción de inversión, estamos obligados a cambiar ese paradigma de 20 años atrás, para lograr un crecimiento sostenido con incrementos salariales fuertes y hacer más viable el acotamiento de las brechas de la desigualdad. Porque la calidad de empleos es paupérrima en esta entidad, de los 1.3 millones de trabajadores, el 51% ganan hasta 6 mil pesos (hasta 3 salarios mínimos), 6.7% entre 12 y 24 mil y solo el 1.7% gana por arriba de los 24 mil pesos (Fuente: última Encuesta Nacional de la Ocupación y Empleo -ENOE- del INEGI, Mayo 2017).

Si estos datos los contrastamos con los proporcionados por la Asociación Civil, México ¿Cómo Vamos? dónde nos indica que, el ingreso mensual del PIB per cápita de Sonora es de $18,294 y el ingreso per cápita laboral de $2,817 nos muestra nítidamente que la riqueza del estado se encuentra abruptamente concentrada en muy pocas manos.

Por otra parte, la deuda total de Sonora coloca a la entidad como la séptima más endeudada con 29 mil mdp (2015 era de 22,780 mdp), que en tan solo dos años creció un 28.3%, 6,220 mdp más. Este endeudamiento se traduce en una deuda per cápita de $9,900 donde ocupamos el quinto lugar a nivel nacional. (Fuente: CEFP: Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados).

¿A dónde se ha ido ese endeudamiento? No se ha aprovechado ese concepto de deuda para generar infraestructura que, a su vez genera ingresos y permite una mayor recaudación de impuestos con lo cual se va pagando la deuda, y por el contrario, todo indica que esos 6,220 mdp de deuda, en su gran mayoría se ha utilizado para el gasto corriente. ¡Desastroso!

Sonora en el acceso a servicios de salud, INEGI lo ubica en el lugar 19 de las 32 entidades federativas. Por cierto, una total impericia para sanear las finanzas del ISSSTESON, ultrajado por las pensiones estratosfericas de funcionarios élite, lo que ha provocado desabasto de medicamentos y precariedad de equipo técnico, afectando al grueso de los derechohabientes y todo a través de nuestro cáncer social, la corrupción y su metástasis la impunidad.

En el índice de Estado de Derecho, World Justice Project, califica a Sonora en el vergonzoso lugar 29 del país. Por ende, la incidencia delictiva para cada 100 mil habitantes según INEGI, este estado es el número 10, lo cual provoca una tasa de víctimas de delitos de 31,184 también por cada 100 mil habitantes, por encima de la media nacional que es de 29,746, con una cifra negra (delitos que no se denuncian) del 93%, es decir, solo el 7% de los delitos se denuncian (ENVIPE 2018), es un reflejo nítido de la ínfima confianza que la ciudadanía le tiene a las instituciones procuradoras de justicia del estado.

De los 825,961 delitos estimados el 2017 en el estado, solo 57,817 se denunciaron (7%), de los cuales se abrieron 38,217 (66%) carpetas de investigación y solo 16,815 de los casos (44%), sigue en proceso, hubo sentencia, se reparó el daño o se otorgó el perdón, en el otro 56% no pasó nada o no se continuó con la investigación. Esto se traduce en que solo el 2% de los delitos que se cometieron en ese año, llegaron a una sentencia o siguen en proceso, lo cuál nos dice que, reinó un 98% de impunidad. De enero a noviembre del 2018 se registraron 675 homicidios dolosos, la cifra más alta de los últimos 20 años.

En el tema de la corrupción, según datos del INEGI 2017 a través de la Encuesta Nacional de Calidad Gubernamental, Sonora ocupa el primer lugar nacional en actos de corrupción cometidos por servidores públicos. Y lo ilustra el último escándalo de corrupción en el actual gobierno de Claudia Pavlovich, la operación “Safiro”, donde se desviaron poco más de 140 mdp en abril del 2016 para financiar al PRI, en las campañas electorales de ese año en que, Manlio Fabio Beltrones, padrino político de Pavlovich, era quien presidía ese partido.

Con todos estos datos a la mano, cuando la gobernadora dice que, de su honestidad, transparencia y trabajo nadie puede dudar, la pregunta es, ¿la gobernadora le habla al espejo con el afán del autoengaño? Porque lo que ha demostrado este gobierno es que, esta desbordado para solucionar problemas en los que es muy pequeño (contaminación del Río Sonora contra Grupo México) o se muestra muy torpe para los problemas que es demasiado grande (la brutalidad para desalojar a manifestantes que bloqueaban la carretera a Kino por la cancelación del transporte suburbano Hermosillo-Poblado Miguel Alemán) y por el contrario, sigue abonando a que los estímulos de esta sociedad generen desigualdad, a través del pensamiento que cree que, la política es para construir privilegios y no para edificar el bienestar comunitario.

Sin estabilidad laboral y carecer de trabajo dignamente remunerado, sin estabilidad económica, con un alto incremento de inseguridad pública, sin un verdadero estado de derecho, sin acceso a servicios de salud de calidad, no puede haber estabilidad ciudadana. La precariedad de todos estos derechos significa también carecer de derechos ciudadanos.

Así los sonorenses con este gobierno del estado, permanecemos viviendo con la frustración de que se tiene muy poco y que, además, es muy fácil perder lo poco que se tiene.

Por: Aarón Tapia, Hermosillense, amante del sarcasmo y de la buena polémica para el debate. Director de Ensalada de Tópicos.
Twitter: @NARANJERO75