#DíasDelFuturoPasado vol. 20

“Prepárate para el peor viaje de tu vida”

Hawkeye, en Old Man Logan.

Desde hace algunas semanas circula por las redes sociales una nota que apareció en distintos medios de comunicación, algunos serios, otros no tanto y dependiendo de la seriedad del medio era el trato que se le daba. La nota habla de un estudio elaborado por el “Breakthrough National Center for Climate Restoration” que tiene sede en Melbourne, Australia.

El estudio, que lo mismo lo presentan los medios como el fin de la humanidad o la extinción total de los seres humanos cuando intentan darle un aire catastrofista, o como el fin de la civilización cuando no tanto. Este estudio presenta datos duros, muy duros podría decir, sobre los impactos de la crisis climática en los próximos treinta años.

Lo primero que hay que dejar claro es que lo que tenemos en este momento son los posibles impactos, pues estamos ante una situación histórica la cual es imposible predecir al cien por ciento y dependemos mucho de lo que vayamos haciendo como civilización –no como especie- para que los impactos se reduzcan o se agraven y aquí los investigadores responsables de llevar a cabo el estudio en cuestión hacen la primera recomendación.

Debemos de apostar por la construcción de un nuevo sistema global basado en cero emisiones. Este nuevo sistema debe de estar en marcha a más tardar en los próximos diez años si queremos lograr avances significativos; aunque dejan claro que algunos de los impactos ya son imposibles de detener, como la pérdida de más del setenta por ciento de los arrecifes de coral en el mundo, la totalidad de la selva amazónica y gran parte del ártico. Además, aseguran que de continuar la tendencia de emisiones de Gases de Efecto Invernadero, así como el aumento por arriba de los tres grados, más de dos mil millones de personas se verán afectadas directamente por el colapso de la agricultura y la escasez del agua. Afectados indirectos seremos todas las demás, siendo muy relativo esto de directa o indirectamente. Los desplazados ambientales aumentarán hasta llegar a mil millones para el 2050. El colapso global de la agricultura y el aumento de los océanos son dos de las principales causas, pero no las únicas.

Este estudio intenta plantear un escenario más realista que cualquier otro que se haya hecho previo a él. Incluso maneja datos más certeros que el informe que presentó el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) el año pasado, que ya de por si es desalentador. Los investigadores del “Breakthrough National Center for Climate Restoration” dicen que hay poco que hacer para disminuir los impactos sin un cambio sistémico del modelo de producción-consumo.

Hasta aquí es todo lo que voy a mencionar de dicho estudio, mismo que se presenta semanas antes de que los países participantes a la COP25 a celebrarse en Santiago de Chile en noviembre-diciembre de este año lleguen a un consenso con respecto al informe del IPCC. Como no ha sido así, el documento no será tomado en cuenta en las negociaciones dentro de la cumbre oficial.

Tenemos pues que esta COP no tendrá fundamentos científicos, solo se verán temas relacionados con la política exterior, comercio, y lo que se pueda hacer por país desde los Acuerdos de París que siguen quedando cada vez como unos acuerdos viejos, no vinculantes y sin claridad en cuanto a cómo ponerlos en marcha para que sirvan de algo. La esperanza de que esta cumbre se declare a nivel de países, y de la ONU misma, como una época de emergencia climática cada día se va más lejano. A lo mucho tendremos el espectáculo de los “Fridays for Future” y su vocera oficial regañando a los participantes oficiales, pero sin llegar acuerdos o propuestas concretas. Claro, el sistema no se cuestiona a sí mismo, solo simula que lo hace. La COP25 se presenta como un zombi que se mueve por inercia, sin rumbo y propósito, solo continua la simulación del modelo y el sistema de clases. No hay expectativas de que algo salga de este espacio. Hoy menos que nunca.

Pero más allá de los estudios científicos, las negociaciones entre países, corporaciones internacionales, instituciones financieras internacionales, la percepción global sobre el cambio climático ha cambiado –no tanto la poca acción- las personas hablan sobre la crisis climática, sobre la extinción de especies, ya está en el imaginario de la mayoría –me atrevo a decir- la época en que vivimos, esto gracias a los medios de comunicación. Sin embargo se tiene una percepción catastrofista donde la extinción del ser humano se plantea como algo inminente. Cambian las fechas de cuando pasará dependiendo del medio, pero lo manejan como una realidad. ¿Esto tiene sustento científico? No, no lo tiene, es un discurso manejado por los medios para alarmar, decirle a la sociedad que no tienen nada más que hacer, que no hay escapatoria, que el final está cerca. La realidad es que nos enfrentamos a un escenario de crisis global, ya lo estamos viviendo con muchos factores sociales, económicos, políticos y ecológicos en juego, pero la otra realidad es que el sistema ya se está preparando, trabajando en soluciones desde la lógica del mercado, de su propia supervivencia.

Estamos ante el fin de capitalismo como sistema dominante de clases para darle paso a algo mucho más cruel, que ya lo tenemos encima, lo vivimos todos los días con el aumento de la violencia, con la extracción de la naturaleza, con la muerte de millones de seres vivos, incluidos humanos, con la creación de cada vez más zonas de sacrificio, y cada día más ciudades amuralladas para los ricos y quienes ostentan el poder. Esto con el paso del tiempo solo se irá acrecentando.

No estamos ante la extinción de los seres humanos, es claro que muchas otras especies más vulnerables se están extinguiendo, pero no los seres humanos. Pensar que ya no hay alternativa, no nos permite prepararnos para lo que estamos viviendo y para lo que se viene. Para prepararnos para el fin del capitalismo y la era neo-feudal. Necesitamos con urgencia entender que la extinción es parte del discurso del sistema para mantenernos en su control, sin poder romper con los vicios y dinámicas del propio modelo de producción-consumo y comenzar a voltear a ver dinámicas más solidarias, colectivas, de apoyo mutuo.

Desde la Rebelión vs la (no) extinción

Zinacantepec, junio 2019

Por: Jorge Tadeo Vargas, director de LIDECS

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