La pornografía no solo estaba en la pantalla; también ocurría en la sala entre gemidos reales, fingidos y olores que daban otra realidad a la película.

Capítulo IX de la novela “Desde Lejösburgo”, de Jorge Tadeo Vargas.

61syOJLYwLLAl Jardín lo custodiaban dos cines; producto de aquellos años de bonanza económica de la región agrícola del norte del Estado. El primero era un pequeño cine de una sola sala tal como se acostumbraban en la década de los cincuenta y Madre me contaba que fue el primer cine que hubo en la ciudad. Ahí la llevaron mis abuelos a ver muchas de las películas del cine de oro; también a ese cine fue con su primer novio. Era un cine con una arquitectura Art Decó propia de la época que una vez llegado el declive económico no volvió a recibir mantenimiento; aunque a la llegada de los cines modernos en la década de los 70´s y 80´s lo fueron obligando a quedarse solo con películas que exigían los campesinos de la costa agrícola.

Los fines de semana las funciones tenían lleno total. No así entre semana, donde comenzaron a proyectar cine para adultos. Así se convirtió en un espacio para aquellos que no podían costear un cuarto en el naciente  “tijuanita”. Este paso obligado no tenía aun una causa económica; era solo adaptarse a lo que el mercado pedía. Pasando de ser el primer cine de la ciudad a ser el cine de la clase social más baja. Se proyectaban solo películas en español; principalmente ese cine llamado de ficheras que mantuvo viva a la industria y del cual la misma industria quiere olvidar.

Del otro lado del jardín estaba el otro cine que llegó justo cuando comenzaba a repuntar la economía en la década de los ochenta. Tenía dos salas de permanencia voluntaria y proyectaba cine de acción; principalmente westerns, policiaco y  también cine mexicano ficheras. Era otro espacio de divertimento para los visitantes del jardín Juárez.

El primero de estos cines estaba prohibido para mí; eso no significaba que no buscara la manera de entrar. Ahí vi las primeras películas pornográficas a lado de una pareja masturbándose mutuamente y junto a dos hombres donde uno recibía sexo oral. La pornografía no solo estaba en la pantalla; también ocurría en la sala entre gemidos reales, fingidos y olores que daban otra realidad a la película.

1194572186_fExtrañamente también en ese cine vi un par de películas que con el tiempo se volvieron de culto en lo que luego de unos años los expertos comenzaron a llamar “el nuevo cine mexicano”. Estas películas eran Ciudad de ciegos y Solo con tu pareja. No sé si al dueño le pareció que eran películas de ficheras o fueron obligados a proyectarlas; pero las pusieron en cartelera y las vi. Entre al cine como era mi costumbre a escondidas, gracias a un conocido que se encargaba de la limpieza; al cual yo le conseguía solventes y junto a películas del Caballo Rojas y del Alfonso Zayas; las vi y al menos Ciudad de Ciegos me impacto.

Solo con tu pareja aun a la fecha me parece que está muy sobrevalorada; pero bueno, puso en el mapa al que es posiblemente el mejor director mexicano desde hace 20 años. En ese momento no importaba. Ese cine para mi significaba un espacio no permitido y eso era lo importante. Además que desde mi propia personalidad me era complicado tener una novia, así que era un espacio que me acercaba a mi propia sexualidad.

El otro cine con su permanencia voluntaria; con su cine de artes marciales, policiacos y westerns; incluso con su cine de ficheras lo frecuentaba con mis amigos. A veces para ver alguna película de Steven Segal o de Jean Claude Van Dame. Entrábamos con una botella de mezcal de dudosa calidad y en la oscuridad de cine nos poníamos tremendas borracheras. Algunas veces nos llegaron a sacar; pero siempre nos permitían regresar y es que en esos años; estos dos cines estaban en franca retirada.

jean-claude-van-damme-on-screen-killsLas grandes franquicias comenzaban a llegar a la ciudad y ellos no tenían cabida en el nuevo modelo. No tenían como competir con estos enormes complejos de cuatro o más salas cercanas a zonas comerciales mucho más agradables; donde los estrenos cinematográficos llegaban a la par que en todo el país.

El primero en irse fue aquel donde se proyectaba cine para adultos. Dejo de ser rentable y desapareció. Por años quedó el cascaron vacío que se fue destruyendo hasta que llego su derribo dándole paso a un pequeño centro comercial que a la fecha se mantiene por oficinas de gobierno más que por sus exitosos negocios. El segundo resistió unos años más pero igual le dio paso a un centro comercial que se mantiene como un elefante blanco en homenaje al lujo en la miseria. Solo se mantiene por una librería; un restaurante y un peculiar café que reúne una serie de personajes dignos de una novela que no será esta.