Imagen: Geocomunes 2017

Por: Rosa María O´Leary
Las empresas generadoras de energía ya se ven en México, juntas por aquí, juntas por allá, deliberando lo que necesitamos con urgencia para generar electricidad, especialmente para la industria que generará trabajo para miles de obreros, dicen ellos. 

Lo que menos les importa son los salarios, la mano de obra barata está garantizada; menos les importa que los pueblos pobres y alejados tengan luz “barata” a ellos seguramente los desplazarán como lo han hecho históricamente, para construir presas, o lo que esas empresas necesiten.

Recuerdo que en el año 2000 el Ing. Cota Martínez me platicaba “¿usted cree que a esas empresas le interesa llevar luz a los pueblos alejados? no, son para las mineras. No se imaginan cuantos linieros e ingenieros, murieron para tender las líneas en los lugares más apartados de la nación, y ahora entregan la industria eléctrica a empresas extranjeras”. Tenía toda la razón, ni el esfuerzo ni los sentimientos importan, total los trabajadores tenían un sueldo, y entonces todo se reduce a eso: dinero, así piensan ellos.

Lo peor son los contratos leoninos que hacen con esas empresas, que en caso de que fallen como suelen hacerlo, los pleitos legales son ante tribunales de arbitraje internacional cuya actitud es generalmente a favor de las empresas.

La Secretaría de Economía habla de unos pleitos ganados, pero no menciona con claridad los perdidos, como en el caso del basurero tóxico CYTRAR en Hermosillo, Sonora contra la empresa española TecMed y el basurero tóxico de Zimapán que la empresa española Abengoa-Befesa pensaba instalar en ese bello pueblito enclavado en la sierra Gorda de Hidalgo, por mencionar solo dos donde se pagó de las arcas públicas millonarias sumas. Curiosamente en el caso CYTRAR el abogado de SEMARNAP, hoy SEMARNAT era abogado consultor de Tec.Med. 

Cuando se firmó el Tratado de Libre Comercio, teníamos miedo, algunos maestros de la UNAM dieron algunas conferencias al respecto, ninguna autoridad los escuchó y México pasó a ser un país maquilero, sin autosuficiencia alimentaria, con autorización para recibir los tóxicos de nuestros socios comerciales Estados Unidos y Canadá, no conformes con ello México ingresó, sí, un país en vías de desarrollo ingresó al grupo de los países más ricos, era un requisito ser socio para recibir residuos tóxicos para su confinamiento, en su “ética” perversa muy cuidadosos de hacer las cosas correctamente, y entonces recibimos los tóxicos del mundo, por cielo, mar y tierra, y claro cada día se necesitaba más luz para las maquiladoras, luz y agua para las mineras y no conformes con eso pasaron a entregar el Estado, el país.

Cuando creímos que lo habíamos visto todo, llegó la tragedia, el crimen de 49 niños y niñas, el daño a la salud de más de 70 inocentes, algunos de ellos con daños perennes, y la desgracia de sus familias, el Estado había depositado en manos mercenarias su responsabilidad, la privatización de todo, no importaba el costo, no importaba nada, total eran hijos de obreras, trabajadores, maestros, del pueblo pues.

Nada ha cambiado, el negocio de los tóxicos sigue, disfrazado de reciclaje, las empresas acuden al país con mayor corrupción e impunidad. Las mineras y las maquiladoras el futuro de nuestra juventud que mira cómo se entrega nuestra riqueza, esa que debe de ser para el engrandecimiento nuestra niñez y juventud, nuestro pueblo, y claro se necesita luz, energía que nuestros ingenieros con toda su sapiencia y experiencia al parecer para las autoridades no tienen capacidad para generarla, y el país que se endeuda para el beneficio de sus políticos, no ha podido ser autosuficiente, los préstamos han sido para favorecer a los empresarios que vienen a “invertir” y terminan haciendo lo que les da la gana, bajo sus reglas y ante la complacencia de sus cómplices las autoridades mexicanas, y muchas veces de los tribunales de arbitraje internacional que sirven a los grandes corporativos. 

¿Que da vergüenza? sí, mucha, pero no a los empresarios ni a nuestras autoridades, a nosotros que como pueblo no hemos podido lograr que ésto cambie.

Y cuando veo sentados a los inversionistas acechando como buitres un país que a pesar de que está casi en fase terminal sigue siendo inmensamente rico, deseo fuertemente que nuestro presidente pueda cumplir su palabra, seguimos muchos estando a las órdenes de nuestra patria.