Aunque nos lo han querido vender como un activo importante del PRI, el “presidente” municipal ha mostrado en poco tiempo que su apodo es congruente con el ejercicio de oropel que ha mostrado desde la alcaldía hermosillense.

Se ve y se nota que las decisiones no las toma él, pero si tiene que apechugar todo el descontento social que generan las ocurrencias de sus padrinos políticos, quienes han de pensar que el pueblo hermosillense soportará estoicamente todos los aumentos que se han implementado en lo que va de este desastroso trienio.

Primero fue el aumento en el servicio de agua potable, que provocó la emergencia de un grupo opositor, hoy llamado Ciudadanía Activa, que tiene en tribunales dos amparos en contra de los dos aumentos que le aprobó el congreso del estado. Después, fue esa especie de negocio que le representó la concesión del Servicio de Alumbrado Público, donde surgió otro grupo opositor que tiene en tribunales otro recurso jurídico y, ahora, viene el aumento del predial. De seguir así las cosas, Santa Ana le quedará corto y hasta podría ocurrírsele cobrarnos impuestos hasta por respirar.

Obvio decir que no se ve el progreso que habría de esperarse de tanta recaudación. Los baches, que prometió combatir, brotan a la primera lluvia importante que se presenta y el negocio, de seguir rellenando los baches ya existentes con materiales de baja calidad, sigue boyante y engordándole los bolsillos a personajes que seguramente financiaron su campaña política. Los policías siguen persiguiendo borrachos y la delincuencia está más suelta que nunca, a tal grado que muchos hermosillenses han decidido no perder su tiempo en denuncias ministeriales que no conducen a nada y que solo sirven para perder el valioso tiempo de la gente trabajadora.

Los Coppel siguen robándose los terrenos del vaso de la presa y el “gobernante” ni por enterado se da. Familias enteras están sufriendo un acoso permanente por defender sus posesiones y la “autoridad” solo ha servido para privar de la libertad a quienes siempre han vivido en esos terrenos. Hablar de Justicia parece ser un mal chiste en tiempos donde las influencias están por encima de los derechos ciudadanos. Como denunciar, si los medios independientes dejaron de existir por voluntad propia y solo existen unas honrosas excepciones.

Se escuchan muchos lamentos cuando uno camina por las calles. Maldiciendo en cada momento al gobierno corrupto que dirige los destinos de la ciudad, del estado y del país.  Sin embargo, todo parece imposible y se duda de cualquier líder honesto que pueda surgir. Esos mismos ciudadanos que se quejan del amasiato de la prensa y el poder político, ponen atención a las descalificaciones que surgen de los descalificados medios de comunicación. Les siembran la duda y les inyectan el veneno de la desconfianza.

Por esas razones el Mal Oro sigue haciendo sus torpezas y sueña con repetir en la alcaldía. Está convencido de que el poder mediático lo mantendrá a flote y que puede darse el lujo de incrementar otros impuestos o servicios, asumiendo siempre “el costo político”, seguro de que tendrá recursos para ofrecer nuevamente despensas y, si se puede, tarjetas en el próximo periodo electoral.

Por Isabel Dorado Auz.