Por Amílcar Peñúñuri Soto.

Me asusta, preocupa e indigna, me deprime la forma en que amigos, conocidos y personas que respeto, se manifiestan con chistes, bromas, o de plano, iracundamente contra los migrantes y la caravana. Lo anterior, en ocasiones se hace, sin pensarlo mucho y siguiendo, quiero suponer el debate de moda, pero en otras ocasiones y creo, sin exagerar, sólo devela un clasismo y racismo de closet, largamente aplazado y que al igual que en el efecto Trump con los norteamericanos, salió a cabalgar en México libremente por la pradera, sintiéndonos del primer mundo o compilando todos nuestros complejos y miedos.

Me preocupa que el fascismo, sí, aunque no lo crean, esté a flor de piel en la vida cotidiana. Muchos se asustaran con la palabra, o tratarán de justificar sus acciones o la de otros diciendo que lo que defienden es una “ética del trabajo”, “nosotros si somos gente de bien y tenemos visa”, dicen “quitarse la camisa” por “la soberanía nacional”, o subrayar que “los mexicanos son primero”, pero el fascismo, no tiene que significar necesariamente campos de concentración o crematorios o la figura Mussolini, ni sacar una suástica para colocarla en la defensa de tu carro. El fascismo trabaja subrepticiamente, en el inconsciente colectivo.

En un libro muy actual, llamado “How Fascism Works”, del académico Jason Stanley, comparando las políticas de Trump y la historia del fascismo internacional, comenta que la forma en la que se manifiesta es, entre otros, construyendo mitos sobre la verdad (no tienen necesidad, quieren soda, pizzas, tiran la ropa, aunque muchos llegan descalzos), creando jerarquías, (los mexicanos somos gente de trabajo, no como ellos), diferencias étnicas o nacionales (todos son maras, son flojos, prietitos y bajitos), con la retórica de la ley y el orden, (entraron como Juan por su casa, tiraron la cerca) con la victimización (nos tiran la comida que les hemos regalado con tanto sacrificio, no se quieren quedar en México), con el antiintelectualismo (la dictadura del sentido común y las frases prefabricadas, el desprecio a quien piensa y elabora distintas formas de ver el mundo), así como la utilización a su favor de la propaganda incendiaria (los medios alternativos de la derecha mexicana), entre otros.

Pero el mayor peligro, dice Stanley es que deshumaniza a las personas, tratando de romper con diversas estrategias, cualquier pizca de empatía entre ciudadanos multinacionales, o entre nosotros mismos, llevando a la justificación de cualquier trato inhumano, la represión de sus garantías, la expulsión de su país, entre otros, no viéndolos como ciudadanos universales con plenos derechos.

En Tijuana, por ejemplo los vecinos de un residencial, no querían que rentaran con sus recursos una casa de Airnb, la comunidad Lésbica Gay de la caravana, porque no habían sido consultados y pedían que los hacinaran en un albergue. Después en la ciudad sucederían mucha cosas más graves.

El fascismo de la vida cotidiana, trata de ver a la deshumanización o el pasar sobre los otros como algo absolutamente natural, es decir naturalizar las diferencias entre los distintos grupos sociales y pensar que los de abajo “piden o exigen demasiado” cuando sólo reclaman un poco de dignidad, creemos que cualquier pequeño pequeño avance social del grupo en cuestión (el que les ofrezcan trabajo en maquiladoras) representa una amenaza en las condiciones de vida del grupo dominante.

Se construye abiertamente también una especie maquinaria del miedo entre la población, que van a afectar tu trabajo, secuestrar a tus hijos, que se van a aprovechar de los recursos del gobierno, todo lo anterior con el uso de metáforas poderosas, como el concepto de “Invasión”.

La película anterior ya se estrenó con éxito para los fascistas en los Estados Unidos, no sé si queramos que continúe en 2020 con un Bolsonaro mexicano, representado por el Bronco, el alcalde de Tijuana o un empresario acaudalado.

También, como lo comentaba, la caravana ha dado cuenta su paso de la consolidación de medios de la derecha en línea, en un fenómeno muy similar como el que llevó a Trump a la presidencia, como los modestos CR Noticias (https://www.youtube.com/watch?v=zkrpXGgY3is), o el también tendencioso Beto Noticias (https://www.youtube.com/watch?v=R1CkYZVQUGc) pero absolutamente virales y muchos otros medios y redes sensacionalistas, los principales que se han encargado de difundir las escenas de comida o videos editados maliciosamente para generar la ira nacionalista y el estupor de clase.

Las políticas del fascismo, deshumanizan dice Stanley a los grupos minoritarios, crean toda una serie de mitos, teorías de la conspiración que nublan cualquier debate razonado de las ideas y eso es algo a lo que nos quieren arrinconar, por si no faltaba el verdadero “debate de sordos” a los que nos han llevado las redes sociales cuando hablamos de los temas trascendentales.

En pocas palabras las políticas fascistas, ya se encuentran entre nosotros, la despertó una extraña fuerza que ya abrió la puerta a una confrontación cuando menos la necesitábamos, cuando necesitábamos unidad para emprender una nueva era en la vida nacional.