Dice Leonardo Valdez Zurita que los partidos son hijos naturales de la democracia, pues donde no existen no se puede hablar de democracia y sin ellos la democracia no existe. Sin embargo, inmediatamente surge la pregunta, ¿puede haber democracia con partidos antidemocráticos?

Desde mi punto de vista, en México estamos arribando a la muerte de la democracia, entendiendo lo anterior como la ausencia del poder del pueblo sobre el devenir de nuestro país. Esto es, demos=pueblo y cratos=poder no aplica para nuestra forma de hacer política. Simple y sencillamente, los partidos han dejado de consultar a su militancia para definir los mejores perfiles de quienes deberán ser sus candidatos rumbo al proceso electoral de 2018.

El PRI sigue sirviendo a los intereses de una cúpula de personajes siniestros que no dudan en mandar asesinar a sus adversarios cuando sienten que sus intereses se pondrán en riesgo. No menos grave es el criminal peso impositivo que le están cargando a una clase media que ya no siente lo duro sino lo tupido. Ahora, el PRI, en su soberbia, ha decidido lanzar de nuevo a un tecnócrata, tal y como lo hiciera con Salinas de Gortari en 1988 y empieza a configurarse un nuevo fraude electoral para imponer a José Antonio Meade, a como de lugar, entendiendo que la recién aprobada Ley de Seguridad Interior le facilitará usar al ejército, nuevamente, para reprimir las manifestaciones populares. Ante este panorama, la militancia priista simple y sencillamente solo acata los dictados de sus “dirigentes”, avalando de esa manera el tradicional dedazo.

Por rumbos de Morena, las cosas no son muy distintas. Andrés Manuel encontró muy efectivo el proceso vertical de toma de decisiones que lo formó cuando era parte de las masas priistas. Ahora, cuando se le ocurre implementa un proceso aleatorio, la tómbola, para designar candidatos a los diversos puestos de elección popular, lo cual incluye la determinación de qué genero habrá de agenciarse la candidatura de tal o cual lugar. Esto es, en Sonora, por ejemplo, ya se sabe que distritos electorales federales tendrán como candidatas mujeres y cuales distritos serán los que se agenciarán los hombres. Hablar de capacidades personales dejó de ser importante, por lo tanto, los perfiles de los candidatos pasan a segundo término.

Por rumbos del PAN, para ser más propios habría que decir del “Frente Ciudadano”, aunque formalmente aún no se consolida nada, no cantan mal las rancheras en cuanto a procesos antidemocráticos para seleccionar a sus candidatos. Hace poco, Diego Fernández de Ceballos se congratulaba de que al menos el proceso requeriría de tres dedos para la designación de los representantes del Frente en las candidaturas rumbo al 2018. Esto es, serían los presidentes de los tres partidos (PAN, PRD y Movimiento ciudadano) los grandes electores puesto que no podrían arriesgarse a que el PRI metiera las manos si se convoca a un proceso electoral abierto a la ciudadanía.

En resumen, por las razones que quieran, hay una verdad contundente, ninguno de los partidos llevará a cabo un proceso de votación interna, en urnas abiertas a la militancia, para seleccionar a sus candidatos.

La única esperanza son las candidaturas independientes, pero hasta esas están siendo viciadas con los militantes partidistas que pasan de la noche a la mañana a ser candidatos “independientes”.

Por Isabel Dorado Auz.