A manera de carta, esta imploración

 Por: Carlos Sánchez.

Escribo tu nombre ahora, desde la incertidumbre, desde la desolación. Azareth.

Azareth, la familia, los amigos, estamos desesperados, desde ese lunes horrendo en el que saliste a la vida y no has vuelto a casa.

Supimos que fuiste a la mar, de ida y vuelta, que recorriste esos ciento veinte kilómetros ante la necesidad de tocar con tu mirada el azul enorme. Tú siempre ejerciendo la conexión que tienes con la inmensidad del océano.

Pero antes también, tu padre, el Ulises, te miró andar el barrio, con la sonrisa de inocencia encendida en tus labios.

Me cuenta el Ulises, tu papá, que ese lunes por la tarde decidiste salir temprano de tu trabajo, solicitarle permiso al patrón. Para irte a Bahía de Kino, reencontrarte con la mar.

Esa misma noche regresaste a la ciudad, a la filiación con lo que más te identificas: nosotros, los tuyos, tu esposa, tus hijos, tus amigos, la familia toda. Pero algo se atravesó en tu camino. Un llamado desde tu trabajo, y el profesionalismo te hizo dirigirte de nuevo hacia él.

En esa dirección ocurrió el misterio, y desde entonces no has vuelto más. Tu teléfono celular dejó de emitir sonidos, el color de tu camiseta se extravió en una puesta de sol, la noche nos ha negado la voz de tu nombre. No obstante, desde ese lunes nosotros te invocamos. Hacemos oración y pedimos al cielo por ti.

Azareth, seguramente no sabes, y qué bueno, la tristeza que construye la ausencia de un hijo. Esta ausencia que tú nos construyes de manera involuntaria. Esta ausencia que seguro estoy también te carcome el alma. Porque eres padre, porque eres hijo. Excepcional.

Ahora el calendario se convierte en un marrazo en plena frente. Las manecillas del reloj son un tic tac que torturan. Azareth, sé, sabemos, que pronto regresarás.

Por favor no tardes más.

Fuente: http://encalor.blogspot.mx/2016/09/azareth-vuelve-ya.html