“¿En qué y en dónde está quedando el corazón de nuestro pueblo sonorense? ¿No es cierto que el tesoro más grande para nosotros es el pueblo, y la gran variedad de pueblos originarios con su cultura y espiritualidad desarrollada en el contexto de su entorno natural?”

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Su gesto es serio, adusto, pero cuando sonríe se le ilumina la cara como si fuera un niño. Su pelo largo y su barba profusa pintan canas. Su indumentaria franciscana lo hace inconfundible en los últimos reductos pimas en el Estado de Sonora, enclavados en Yécora,  en la Sierra Madre. El franciscano David J. Beaumont es un europeo que no ha perdido su acento a pesar de sus casi 30 años en la sierra sonorense; mas cuando habla de “nuestro pueblo” se refiere a los Pimas, se siente uno de ellos. Quizá quiere seguir la tradición de los jesuitas de hace siglos. Quizá quiere purgar los pecados cometidos por aquellos en nombre de la conversión y la civilización. Quizá solo quiere ser feliz.

Dos mujeres pimas, dos hombres blancos

Allá arriba, entre quebradas y arroyos, entre árboles y rocas, viven los O´ob, los Pimas. También viven entre AK’s y R-15’s, entre el cáncer y la amenaza minera. Por eso junto con el padre David vienen ahora dos mujeres Pimas, la Gobernadora Tradicional María Dolores Duarte Carrillo y Blanca Gregoria Rentería Galaviz, consejera pima ante el Consejo Consultivo de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI). Los acompaña Alejandro Aguilar Zéleny, antropólogo y reconocido estudioso y defensor de las culturas originarias en Sonora.

20160908_1050561Vienen a dar una conferencia de prensa en la capital, Hermosillo. Habla el padre David, quien va leyendo una carta dirigida a la Gobernadora Claudia Pavlovich, al presidente del Comité de Minería de Sonora y al Congreso local, pero también al pueblo sonorense mestizo y a los otros pobladores originarios.

Es una alerta, es un reclamo en defensa de los territorios sagrados, pero también y sobre todo un llamado a preservar la riqueza natural y cultural ante la destrucción que significa el actual modelo minero. Dice que desde hace dos meses ninguna autoridad ha hablado con ellos. Les han recibido la carta y otros documentos, les firman, les sellan. Pero nadie se ha sentado a platicar, a atender. A entender. Hace dos meses anduvieron ante varias dependencias, los mandaron de aquí para allá y viceversa. Nadie les dio la cara.

Tienen miedo y con razón. Tienen miedo de morir. No sólo físicamente, aunque también. Porque no solo se muere físicamente, hay otras muertes, igual o más dolorosas. Cuando se destruyen los lugares naturales en donde tu familia, tu pueblo, tu gente ha vivido y jugado y rezado y muerto por siglos, por ejemplo. Cuando la cultura que conoces, en la que te criaste, que sabes y reconoces milenaria, se acaba porque todo tu pueblo es obligado a desplazarse, a trasladarse a otra parte, a una ciudad, por ejemplo. Cuando se pierden las costumbres y el lenguaje, cuando se olvidan las formas y quehaceres cotidianos que le daban sentido a tu vida, por ejemplo.

Espejitos

Por eso vienen a dar una conferencia, por eso hablan claro, quedito, pero muy claro. Primero fue el narcotráfico. Se ha instalado en algunas partes de la sierra y la ha convertido en territorio sin ley. Ha cooptado a varios miembros de los pimas, a otros no se les volvió a ver. “En la sierra es más fácil escaparse, ocultarse, quizá por eso estén allá”. Ahora llegan las mineras, con sus promesas, con sus regalos, que si una antena de telefonía celular, que si un pozo. Espejitos. Los Pimas viven entre áreas explotadas por la minería, por un lado y por otro.

20160908_113617Saben que el actual modelo de extracción barre con toda la capa superficial del terreno donde viven las plantas que son el origen del proceso biológico de los ecosistemas. No hay remediación posible, no hay cantidad de dinero que subsane la muerte de un cerro, de un valle, la contaminación de un río. Lo han visto en Mulatos, lo han visto en Basaseáchic, Chihuahua. La minería tal como se efectúa ahora es sinónimo de destrucción y muerte de los hábitats. “No hay un sólo lugar en dónde la llegada de una minera haya significado un beneficio para los pueblos que ahí vivían”.

Habla María Dolores: “Queremos que las empresas mineras hagan las debidas consultas a los pueblos en donde se quieran instalar, y que dejen de estar prometiendo dádivas, que respeten el tesoro más grande: la tierra, el bosque, los ríos donde puedan jugar sus hijos. Los de nuestro pueblo que ahora van a trabajar a la mina de Mulatos están enfermando de cáncer, antes no teníamos esas enfermedades en nuestras comunidades. Ahora sí, y como no tenemos la costumbre de ir a los médicos, de tratarnos a tiempo, la gente muere.

No queremos ser desplazados, no queremos que nos compren las tierras. ¿Qué ha pasado antes, en otros pueblos? Le venden los terrenos a las minas a 50, 60 mil pesos y se vienen a vivir a la ciudad. Al cabo de poco tiempo ese dinero se les acaba y viven de trabajo mal pagado, en la pobreza. Antes tenían su terreno y vivían libres en el campo. Ahora no tienen nada.”

A Blanca Gregoria Rentería Galaviz, se le quiebra la voz; se rehace y habla: “¿Qué va a ser de nuestros bosques y ríos? ¿A qué nos orillan? ¿A que ya no seamos una comunidad pima, que venga una empresa minera y que diga los vamos reubicar?¿Dónde están nuestros derechos? El derecho a la consulta, el derecho a la vida, a tener un ambiente sano, a la salud. ¿Por qué son tan quebrantandos los derechos hacia los pueblos indígenas? ¿Por qué nunca nos toman en cuenta? 

¿Qué van a ser con nosotros? ¿Matarnos? Somos poquitos, al rato ya no vamos a ser ni poquitos. ¿Por qué no unificarnos en una sola voz y decir: no más mineras?  Se van con las autoridades principales y por diez o quince mil pesos se vende un cerro, un pueblo, la riqueza. Para nosotros un arroyo, un río, jugar ahí, esa es la riqueza. Para tumbar un árbol nosotros le pedimos permiso a la tierra. Las empresas no piden permiso, menos a nosotros. Estamos muy a tiempo de decir: no queremos una mina, no la necesitamos.”

Redacción/Libera Radio


Los o’ob, pimas de la sierra de Yécora, frente a la minería
Consideraciones antropológicas

Alejandro Aguilar Zeleny
Profesor / Investigador INAH-Sonora
sergio_aguilar@inah.gob.mx

Los o’ob: los que se están yendo

En la parte media de la sierra sonorense, en el municipio de Yécora se encuentra uno de los últimos reductos de uno de los pueblos originarios y cultura ancestral del noroeste de México: los o’ob, fundadores también de la identidad sonorense y quienes junto con sus hermanos de la región de Madera y Temósachic en Chihuahua, forman parte de una gran familia etnolingüística cuyas lejanas raíces se encuentran también entre los miembros de la nación o’odham de Sonora y Arizona, descendientes de la tradición arqueológica hohokam, que se desarrolló en las márgenes del río Gila.

20160909_151159Por una interpretación errónea los primeros españoles que llegaron a la región los llamaron pimas y posteriormente, pimas bajos. Actualmente los que viven en Sonora señalan que su verdadero nombre es o’ob, que según algunos ancianos quiere decir: Los que se están yendo, tal vez en alusión a la gran migración que dio como resultado su asentamiento en un extenso territorio abarcando parte de los municipios actuales de La Colorada, San José de Pimas, Tecoripa, Ónavas, Tónichi, Sahuaripa y Yécora, cuando menos.

En toda esta región la presencia pima se desvaneció en el proceso de mestizaje que dio lugar a la existencia de una parte de la población sonorense, ejemplo de ello es Tónichi, donde el censo de la década de 1950 da cuenta de la existencia de varias familias pimas, mientras que hoy en día en ese sitio tan sólo queda una pareja de hermanos. Eso nos da una idea del grave riesgo de desaparición que afronta esta ancestral cultura.

Originalmente los miembros de esta nación indígena vivieron a base de la caza y la recolección, convirtiéndose posteriormente en agricultores que sembraban maíz y frijol mucho tiempo antes de la llegada de los españoles. A raíz de la conquista española, fueron un grupo importante en la exploración de estos territorios, donde realizaron labor religiosa misioneros jesuitas y franciscanos.

Como resultado de los procesos de conquista y colonización, otras sociedades, como los apaches, fueron obligados a desplazarse, invadiendo así el territorio serrano de los pimas, provocando la huida de blancos y mestizos. Fue gracias al esfuerzo y empeño de los antiguos o’ob, que lograron contener los embates de los apaches y pacificar la región. Sin embargo, a pesar de ello y sobre todo hasta más allá de la primera mitad del siglo XX los o’ob fueron paulatinamente despojados de parte importante de su territorio tradicional, sufriendo de manera intensa la desaparición y muerte de sus líderes, despojo de tierras y ganado, reduciéndose así de manera violenta tanto su territorio, como su población.

sierra1La dotación ejidal a mediados del siglo XX logró contener hasta cierto punto esta presión y desplazamiento; sin embargo el dominio no desapareció ya que los pimas no controlaban las decisiones del ejido en el manejo forestal del aserradero y los beneficios no llegaban a las familias. Al entrar en crisis la producción forestal, ésta ha sido sustituida por la producción de carbón, actividad que se realiza sin control alguno y mediante la cual se pone en grave riesgo el equilibrio de la región. Hoy en día, además del grave daño que las carboneras están haciendo a los bosques, el saqueo de madera en la región es un problema a considerar como un nuevo elemento de riesgo.

A lo largo de los procesos de conquista y dominación colonial, que se extienden hasta el presente un problema grave en las comunidades es el que representa el consumo de bebidas embriagantes, utilizado como medida de control y debilitamiento de la integridad familiar y comunitaria de los pueblos originarios y donde los o’ob no han estado libres de este azote. En épocas pasadas empresas cerveceras hicieron acuerdos con algunos malos líderes del ejido, permitiendo así que cualquier ejidatario pudiera firmar en los expendios locales de cerveza; esta resulta una manera perversa de acabar con los recursos de un ejido y debilitar de manera profunda el tejido familiar y comunitario.

Otro elemento que ha venido a impactar y afectar el desarrollo con identidad de esta sociedad ha sido el problema del narcotráfico, que desde la segunda mitad del siglo XX comenzó a tener presencia en la región, primero de manera relativamente discreta. A principios de la década de 1990 la apertura de la carretera interestatal Sonora / Chihuahua, vino a dar una dimensión más compleja a la existencia de los o’ob, también agudizó conflictos relacionados con las actividades de distintos grupos, enfrentados unos contra otros en distintas ocasiones y donde la población indígena y mestiza de la región está prácticamente en medio de esta violencia.

sierra2Se puede decir que constantemente los miembros del pueblo o’ob / pima, han quedado al margen de políticas indigenistas de desarrollo que mejoren sustantivamente las condiciones de su existencia, un indicador de ello es que nunca han contado con una Centro Coordinador Indigenista, ni por parte del antiguo Instituto Nacional Indigenista, actualmente CDI, la cual tan sólo ha implementado durante ciertos períodos un Módulo de Atención, bajo el argumento de que se trata de una región peligrosa. Otras instancias tales como la Comisión Estatal para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas del Estado de Sonora, apenas cuentan con presencia y programas de apoyo al verdadero desarrollo de este pueblo originario.

El programa de Educación Indígena, de la Secretaría de Educación y Cultura no ha promovido a fondo la formación de maestros bilingües, originarios de la cultura o’ob, para que se encarguen del desarrollo educativo regional, siendo notable la presencia de maestros de origen mayo, lo que conlleva el grave problema de que las clases se realizan con frecuencia tan sólo entre martes y jueves de cada semana. Esta es una más de las agresiones que ha sufrido esta sociedad, que de esta manera contempla con mayor dificultad las posibilidades de su propio desarrollo. Sin lugar a dudas todavía en la segunda mitad del siglo XX y los comienzos de la época actual el racismo y la segregación racial sigue siendo un problema de gran profundidad que ha seguido limitando las posibilidades de desarrollo del pueblo o’ob.

Los o’ob frente al reto de la minería

Sin lugar a dudas la minería es un elemento de dos caras; si bien por un lado se habla de la necesidad extractivista de obtener recursos minerales y energéticos del subsuelo; por otro existe el grave problema del impacto negativo que las mineras han tenido y pueden tener sobre los recursos naturales y sobre grupos sociales. El modelo actual en que se desarrolla la minería debe ser analizado con profundidad, ya que si bien parece cierto que sus efectos pueden ser positivos, al obtenerse recursos minerales, sus efectos perniciosos son de mayor duración y ponen en riesgo no sólo los derechos humanos, sino sobre todo el futuro de nuestra sociedad; sobre todo con miras a la gran cantidad de concesiones existentes y a los procesos en que cada uno de estos proyectos se lleva a cabo.

En general los pueblos originarios y poblaciones mestizas no son tomados en cuenta, ni consultados con respecto a los perjuicios y posibles beneficios que la explotación minera puede tener sobre territorios, recursos y poblaciones. Es el sentir de varios miembros de la comunidad o’ob de que las cosas no se les están planteando de manera adecuada, ya que usualmente se consiguen firmas o autorizaciones por parte de algunas autoridades, sin contar con el conocimiento y aval de toda la comunidad, siendo la asamblea comunitaria el máximo orden de organización de todas estas comunidades. Se nos ha dicho que en muchas ocasiones los que firman este tipo de acuerdos, lo hacen por interés personal, convencidos por la promesa de grandes cantidades de dinero, dinero que sin embargo no representa el impacto real que este tipo de proyectos puede tener en las comunidades.

En ocasiones el reducir la decisión a autoridades ejidales, sin el previo consenso comunitario, se traduce en beneficios efímeros para unos cuantos y la afectación de los derechos del resto de la comunidad, en especial mujeres y niños, que no son tomados en cuenta. También es de considerarse que el impacto de este tipo de proyectos no se limita a los territorios ejidales, sino que afecta al conjunto entero de la población, sean o no ejidatarios, sean o no indígenas.

sierra3Es sabido que los impactos negativos en los ecosistemas regionales son mucho mayor y de más larga duración que los aparentes beneficios económicos ofrecidos para aceptar un proyecto; especialmente considerando el daño irreversible a tierras de cultivo, bosques, fauna, flora, y comunidades, además de los riesgos constantes debido a malos manejos en medidas de seguridad, de prevención y de reforestación.

En el caso del territorio de los o’ob, este problema adquiere dimensiones muy delicadas, ya que la región es parte fundamental del equilibrio hidráulico del estado; si se contaminan las aguas de la sierra y se destruyen sus bosques, la contaminación y la escasez de agua pone en riesgo el desarrollo y la salud de regiones tan importantes como el valle del mayo y el valle del yaqui.

Es por esto que se requiere urgentemente de un mayor y mejor trabajo de análisis y reorientación de las políticas de explotación de los recursos y de búsqueda y mejoramiento de alternativas de desarrollo, verdaderamente sustentables. En el momento actual, frente a la incertidumbre y riesgo en que viven los pueblos originarios en nuestro país y estado, resumiríamos así algunas de las necesidades urgentes:

1. Necesidad de estudios confiables de impacto ambiental, en torno a los proyectos mineros y de otra índole que afecten o puedan afectar derechos y recursos naturales de los pueblos originarios, con respeto a sus derechos culturales, considerados y reconocidos en la Constitución Mexicana y en la Ley de Pueblos Indígenas de Sonora.

2. Necesidad de un Estudio de Prospección Arqueológica, para el reconocimiento y protección de sitios arqueológicos, propios de los pueblos pima y apache, quienes han habitado la región por siglos.

3. Necesidad de implementar un programa de protección del Patrimonio Cultural Inmaterial del pueblo o’ob / pima.

4. Necesidad de realizar, conforme a la ley una Consulta, Libre, Previa e Informada sobre los proyectos de explotación minera que afecten o puedan afectar los derechos, recursos y propiedades de los pueblos originarios, sean o no sean ejidatarios.

sierra45. Necesidad de hacer una propuesta seria y bien razonada de los posibles beneficios, pagos o indemnizaciones que reciban los pueblos originarios y sus miembros, no sólo sus autoridades, ya que se está hablando del presente y futuro de sociedades originarias, fundamento y base de la diversidad cultural que enriquece a nuestro país y estado. No se trata de convencerlos con una cantidad en apariencia muy grande; sino de un programa real de desarrollo.

6. Reconocer la obligatoriedad del Estado de acompañar, apoyar y proteger los derechos de los pueblos originarios, de sus autoridades, hombres y mujeres frente a este tipo de proyectos, ya que usualmente las comunidades quedan prácticamente solas frente a estos graves retos.

7. Declaratoria de zonas del Patrimonio Bio-Cultural, para la protección territorial de los pueblos originarios de Sonora:

8. Desarrollo de programas de conservación y manejo sustentable de los recursos naturales en los territorios de los pueblos originarios, involucrando a los miembros de las comunidades en programas de manejo y conservación en base a su conocimiento y patrimonio bio- cultural.

9. Recuperación de bosques y conservación de agua libre de contaminantes.

10. Desarrollo de programas efectivos de desarrollo con identidad, con la participación y decisión de los integrantes de los pueblos originarios y sus autoridades tradicionales, contando además con el apoyo y concurrencia de las distintas instancias de gobierno en los niveles municipal, estatal y federal.

11. Fortalecimiento de los programas de educación indígena e intercultural; formación de una plantilla básica de maestros bilingües, que pertenezcan a las propias comunidades donde realizarán su labor.

12. Fortalecimiento de programas de seguridad y recuperación de comunidades y territorios

13. Diversificación de programas de trabajo con respeto a la cultura tradicional o’ob; basados en su identidad étnica y basados en un desarrollo con identidad.

14. Involucrar a la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y la Comisión Estatal para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de Sonora (CEDIS) en la discusión de medidas de apoyo y protección al pueblo o’ob.

Sin lugar a dudas los retos del desarrollo son muchos y muy complejos, donde se requiere armonizar los distintos intereses de los grupos involucrados; pensando especialmente en que se corre el riesgo de tomar decisiones apresuradas cuyos efectos tendrán una larga duración, frenando o afectando realmente el desarrollo regional, y afectando los derechos de los pueblos originarios y otras poblaciones sonorenses.

 


Aquí la carta, tal cual se la hicieron llegar a las dependencias descritas:

¨El que cree en mí, como dice la Escritura,
de su seno correrán ríos de agua viva¨ (San Juan 4, 14)

Equipo de Pastoral Indígena de la Diócesis de Ciudad Obregón
Pueblos o´ob, yoreme, yoeme y makurawe

Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe
López Mateos y Cananea
Yécora, Sonora, México C.P. 85780
Fiesta de San Juan Bautista
24 de junio, 2016

 

Licenciada Claudia Artemisa Pavlovich Arellano             

Gobernadora Constitucional del Estado de Sonora

Ingeniero Alberto Vidal Ahumada,

Presidente del Consejo de Minería de Sonora

Diputado Juan José Lam Angulo,

Presidente de la Comisión de Asuntos Indígenas LXI Legislatura, H. Congreso del Estado de Sonora

Pueblos originarios de Sonora: tohono o´odham, comcáac, yoreme, yoeme, o´ob, makurawe, cucapáh, kikapú

Pueblo sonorense

Muy estimados amigas y amigos,

¡Paz y Bien de Nuestro Salvador Jesús! El estado de Sonora que amamos está enfrentando retos y decisiones cuyas consecuencias son realmente optimistas y esperanzadoras  o desastrosas y devastadoras para el futuro de nuestro pueblo. El acueducto, el gasoducto, La Presa de los Pilares y las 217 concesiones mineras ya existentes [1]  son ejemplos de los muchos cambios que se están imponiendo últimamente a nuestro ecosistema sin considerar seriamente las consecuencias claramente destructivas tanto para el pueblo sonorense como también para flora y fauna y agua que deben ser consideradas sagradas para nosotros. Voces que señalan estos problemas, muchas veces no son escuchadas y la opinión, derechos y futuro de la gente que vive en estas regiones no es tomada en cuenta y los pagos o indemnizaciones no pueden reparar de ningún modo el daño hecho a la naturaleza.

Muchos proyectos que hablan de desarrollo, no toman en consideración el conocimiento y los derechos de los pueblos indígenas,  los excluyen del desarrollo, condenando además a su desaparición a los pueblos originarios que por siglos han sabido aprovechar de manera adecuada los recursos de la naturaleza. En el caso de proyectos que afectan su presente y ponen en riesgo su futuro, éstos se llevan a cabo sin el conocimiento ni consentimiento, abusando con frecuencia de sus necesidades y obteniendo firmas de manera inadecuada; en estos casos las consultas libres, previas e informadas con los pueblos, cuando se realizan son manipuladas. Cada uno de los proyectos que pueden afectar territorios y poblaciones requiere de estudios de impacto ambiental, que no deben ser vistos tan sólo como un trámite a cubrir, sino como una responsabilidad muy seria. Los estudios, propuestas y reflexiones de personas que han acompañado a nuestros pueblos originarios por más que treinta años no son tomados en cuenta.

Junto con esta realidad ya bastante destructora, la creación de un Consejo Estatal de Minería en Sonora me hace preocupar aún mucho más por el futuro de nuestro Estado, pero particularmente por el futuro de los comcáac, o´ob y makurawe (los seris del municipio de Hermosillo y Desemboque, los o’ob / pimas del municipio de Yécora y los macurawe / guarijíos de los municipios de Quiriego y Álamos) y los demás pueblos indígenas de Sonora. No son pocas las empresas mineras extranjeras echando sus ojos a nuestras montañas, ríos y valles hermosos y sagrados, como zopilotes bajando para consumir su presa.

Considero que la obra actual de la construcción de la Presa de Los Pilares es sin duda la injusticia más grande cometida contra un pueblo originario (en este caso los makurawe) desde el tiempo de la guerra yaqui. Sabemos que junto con este proyecto se planea una obra gigantesca de minas de plata por nuestro amado Río Mayo. En este contexto, pregunto: ¿Realmente cuál es el tesoro más grande para nosotros los sonorenses, la explotación efímera de sus recursos naturales o la conservación a futuro de la sociedad y la naturaleza?

Como sacerdote y como misionero franciscano capuchino con 26 años viviendo entre los pueblos originarios de Sonora, pienso en las palabras de Cristo: ¨Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón¨ (Mateo 6, 21). ¿En qué y en dónde está quedando el corazón de nuestro pueblo sonorense? ¿Cuáles son los factores primordiales para realizar nuestras decisiones? ¿No es cierto que el tesoro más grande para nosotros es el pueblo, y la gran variedad de pueblos originarios con su cultura y espiritualidad desarrollada en el contexto de su entorno natural? Les invito a considerar estas palabras desde el Libro de Job, el hombre en busca de la sabiduría, el hombre del Antiguo Testamento que contemplaba y agonizaba con la cuestión del sufrimiento humano:

Existen minas de plata, lugares donde el oro se refina, de la tierra se saca el hierro, de la piedra fundida sale el bronce. Allí, en el límite de las tinieblas, el hombre explora en lo más hondo, entre rocas oscuras y lóbregas. Extranjeros abren galerías, en lugares nunca hollados, colgados lejos de los hombres. La tierra que produce alimentos se trastorna por debajo con fuego; son sus rocas yacimiento de zafiro, repletas de pepitas de oro. La rapaz no conoce la entrada, el buitre no la divisa; no la pisan las fieras arrogantes, el león jamás la atravesó. El hombre manipula el pedernal, revuelve el interior de las montañas; abre canales en las rocas y descubre objetos preciosos; explora las fuentes de los ríos y saca lo oculto a la luz. Pero, ¿de dónde sale la Sabiduría? ¿dónde se encuentra la Inteligencia? El ser humano desconoce el camino, no se encuentra en la tierra de los vivos. Dice el Abismo: “No está en mí”, dice el Mar: “No está conmigo”. No se puede adquirir con oro puro, no se paga a precio de plata; vale más que el oro de Ofir, que el ágata preciosa y el zafiro; no la igualan el oro y el vidrio, no se cambia por copas de oro fino; no cuentan los corales y el cristal; la Sabiduría es más cara que las perlas; no la iguala el topacio de Cus, vale más que el oro más puro. ¿De dónde viene la Sabiduría? ¿Dónde se encuentra la Inteligencia? Se hurta a los ojos de todo viviente, se esconde a los pájaros del cielo. La Perdición y la Muerte declaran: “De oídas sabemos su fama”. Sólo Dios ha encontrado su camino, sólo él conoce su morada. (Su vista alcanza los confines de la tierra, puede ver lo que hay bajo los cielos). Cuando calculó el peso del viento y señaló una medida a las aguas, cuando impuso una norma a la lluvia, un camino a las nubes tormentosas, entonces la vio y la valoró, la penetró y la escrutó. Y dijo luego al hombre: “El temor del Señor es sabiduría, apartarse del mal, inteligencia”. – Job 28, 1-28

Con esta carta, como alguien que ama de corazón a nuestro pueblo sonorense y a nuestros pueblos originarios, pido e imploro sabiduría. Particularmente, pido que nuestra Gobernadora y el Consejo Estatal de Minería en Sonora garanticen que las tierras de los comcáac de Hermosillo y Desemboque, de los o´ob de Yécora y de los makurawe de Quiriego y Álamos no serán explotadas por empresas mineras. Estas tierras son vitales para el futuro de nuestros pueblos, como el corazón palpitante del ser humano; son también fundamentales en la conservación de los recursos hidráulicos, ya que si por manejos inadecuados las empresas mineras contaminan los ríos en la sierra, el problema se extenderá a todo el estado; lo grave es que algunas de esas empresas no son de aquí y no tendrán que sufrir las consecuencias de la destrucción que provocan.

Pido que legalmente los pueblos indígenas de Sonora sean escuchados y tomados en cuenta antes de permitir que se destruyan irremediablemente sus territorios y que con ello no sólo se ponga en riesgo el futuro de su existencia, sino de toda la sociedad. Considero  que es de gran importancia que entre esta protección formalmente en la ley indígena de nuestro Estado de Sonora de manera que no exista la posibilidad de entregar, rentar o vender tierras y subsuelo de tradición nativa a empresas mineras, sean extranjeras o mexicanas. Los pueblos indígenas pueden participar en programas de conservación ambiental que ayuden a tratar de revertir el cambio climático que erróneas políticas de desarrollo han creado en todo el mundo.

Finalmente, pido que nuestras autoridades y las empresas mineras tomen en cuenta el mensaje del Papa Francisco en su encíclica sobre la ecología: Si tenemos en cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que tiene derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad especialísima, no podemos dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental, del actual modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la vida de las personas. – Laudato Si´ IV, #43

Agradezco de corazón su atención a la seriedad de nuestra situación precaria y su respuesta sabia a esta petición de magna importancia para el futuro de nuestros pueblos originarios, de todos los sonorenses y mexicanos y, de hecho, todos los habitantes de nuestra hermana la madre tierra. ¡Que Dios Padre les bendiga siempre con Su paz, sabiduría y fortaleza en abundancia!

En Jesús y Santa María de Guadalupe,

Padre David Joseph Beaumont Pfeifer, OFM, Cap.                                                   

 Vicario Episcopal de los Pueblos Indígenas

de la Diócesis de Ciudad Obregón

Teléfono: 01-623-231-9015

Correo electrónico: padredavidbea@hotmail.com

Facebook: Pastoral Indígena de la Diócesis de Ciudad Obregón https://www.facebook.com/groups/819347041514460/members/

[1] (Datos de: Minería Sustentable 2014:  ¨De los 25 estados que cuentan con proyectos mineros, Sonora continuó al frente durante 2014 con un total de 217, seguido por Chihuahua con 121 proyectos¨)